Mario Galeana
El título de “Tesoros humanos vivos” les sienta bien: son portadores de saberes y técnicas ancestrales. Pilares de la memoria y las tradiciones. Hombres y mujeres que han preservado, durante décadas, el patrimonio cultural inmaterial de sus comunidades.
La Secretaría de Cultura del estado de Puebla ha otorgado esta distinción a diez personas desde 2020, la cual incluye un homenaje, un apoyo económico de 60 mil pesos y 15 mil pesos más para la realización de una actividad social con jóvenes.
Este año, la convocatoria para reconocer a cinco “Tesoros Humanos Vivos” está dirigida a personas mayores de 70 años que hayan dedicado gran parte de su vida a recrear y promover el patrimonio cultural en sus comunidades.
Las personas deben ser propuestas por grupos, colectivos, mayordomías, cofradías y organizaciones de la sociedad civil hasta el 31 de agosto.
Durante la primera convocatoria, emitida en el año 2020, la Secretaría de Cultura premió a Martín Morales González, María Filomena Lucas Bartolo y a Luis Monterde Gabino, así como a Raymond Harvy Stage Noel “Cayuqui” y a Reinalda Altamirano García.
Martín Morales González es originario de la comunidad de San Felipe Otlaltepec, del municipio de Tepexi de Rodríguez, en donde se ha dedicado a impulsar la lengua y la cultura ngiwa o popoloca. Fundó la Casa de Cultura Kajne Ngiwa, formó un coro de niños y promovió distintos talleres y proyectos culturales, sobre todo dedicados a la promoción de la lengua materna.
En tanto, María Filomena Lucas Bartolo ha difundido en Hueyapan, de donde es originaria, algunas de las técnicas antiguas relacionadas con las artesanías, como el telar de cintura, la coloración con tintes naturales y el bordado.
Luis Monterde Gabino ha sido un músico que ha preservado los xochisones (o sones de las flores) en Huitzilan de Serdán, municipio en el que salió. También ha registrado los xochipitsauak (flor delgada), que es un género indígena característico de la región huasteca.
A su vez, Raymond Harvy Stage Noel, a quien en Atlixco se conoce como “Cayuqui”, fue responsable del rescate del Huey Atlixcáyotl, un festival que honra las danzas originarias de los pueblos de las faldas del volcán y del resto del estado.
En su segunda edición, la convocatoria de “Tesoros Humanos Vivos” distinguió a Hilario Gregorio Pinzón Flores, Raymundo Pérez Mendoza, Josefina Amable Osollo, Norberto Huerta Lezama y Ernesto Flores Hernández.
Hilario Gregorio Pinzón Flores, de la comunidad de La Magdalena Yanguitlalpan, en Tochimilco, fue reconocido por su labor en el rescate de las danzas tradicionales de su región y en la promoción del bordado a nivel regional.
Mientras tanto, a Raymundo Pérez Mendoza, del municipio de Huaquechula, le fue otorgada la condecoración por su papel como artesano en la fabricación de objetos como las ceras escamadas, que se utilizan en las celebraciones en honor a los muertos.
El caso de Josefina Amable Osollo fue distinto al de cualquier otro. En víspera de su homenaje, la partera originaria del municipio de Cuetzalan perdió la vida. Durante más de 49 años, Amable se había enfocado en atender a mujeres embarazadas desde la medicina tradicional, y terminó convertida en una guía para toda su comunidad.
A Norberto Huerta, en cambio, le fue entregado este premio por su papel en la producción de sal en la región de Zapotitlán Salinas, de donde es originario.
Y Ernesto Flores fue reconocido por sus más de 70 años con el violín al hombro, preservando e impulsando los xochisones en San Jerónimo Xayactlán, donde nació.
Los recursos del premio a “Tesoros Humanos Vivos” proceden del programa federal Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura (AIEC), con el cual se subsidian acciones para enriquecer y desarrollar la oferta cultural y artística de los estados del país.