Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Aunque las reglas de la civilidad política les exige mantenerse alejados y tener la menor incumbencia posible, es innegable que los gobernadores han interferido siempre en los procesos electorales de su entidad, incluso lo han hecho de manera más activa cuando se trata de comicios en los que se define su propia sucesión.
Unos más que otros, a su estilo, de distintas maneras y a través de muy diversas maniobras, en esos casos los mandatarios estatales hacen lo inimaginable, ya sea para tratar de imponer a su sucesor, o bien, de no lograrlo, para apoyar con todos los recursos disponibles al que finalmente resulte candidato por el partido en que milita.
Dentro de esa natural dinámica, muy propia de la política nacional, se han dado casos extremos como el que protagonizó Rafael Moreno Valle en el 2018, quien no sólo pudo postular a su esposa Martha Erika Alonso, sino que luego de manera deliberada llegó a ensuciar el proceso electoral para lograr su objetivo de convertirla en gobernadora.
Ya en nuestros días, muy a sus formas, el gobernador Sergio Salomón Céspedes está haciendo su propio juego en torno al proceso electoral del año próximo, observándose que tiene como premisa preservar los altos niveles de gobernabilidad y de estabilidad social que él mismo ha podio cimentar tras varios eventos que agitaron la estabilidad social.
Esa tarea no es nada fácil, porque además sabe que debe ejercer su papel de líder político de su partido, lo que no implica que deba tener confrontaciones con los actores de las demás fracciones partidistas e incluso con otros actores sociales, con los que con tino desde que inició su gestión ha tenido una relación fraterna y de respeto mutuo.
En cuanto al proceso interno morenista, no hay evidencia de que el mandatario estatal haya maniobrado ni a favor ni en contra de quienes fueron manifestando su interés por participar para alcanzar la candidatura, y aunque no se descarta que pudiera tener su preferencia, a todos reiteradamente los ha llamado a jugar limpio y sobre todo, a conciliar para mantener la unidad.
Luego, definidos los siete perfiles morenistas que serán medidos mediante encuestas para la definición definitiva, Céspedes Peregrina se apresuró a reunirlos para convocarlos a la civilidad y disciplina, así como para mantenerse unidos en torno al proyecto que permita afianzar en Puebla al movimiento de la 4T.
“Hay un solo puesto y lo sabían todos, hay una solo posición para hombre o para mujer; tengo la seguridad, la certeza y hago votos para que esa civilidad política, esa altura de miras de que el interés que se tiene sea por el beneficio del pueblo y esté por encima de los intereses personales (…) que exista dignidad, entendimiento de que no se pierde nada, que es una competencia”, les dijo a los contendientes.
Diría tras la reunión del domingo pasado con las y los aspirantes que se privilegió la unidad, y confió que entre todos “haya mucha voluntad política, vocación política y disciplina política, siempre pensando en nuestro estado”.
Tras la reunión posterior de los mismo siete aspirantes con la dirigencia nacional, refirió que todos se habían comprometido en ratificar la unidad en torno al liderazgo de la Coordinadora Nacional en Defensa de los Comités de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum. “Espero que se logre y estoy seguro que los aspirantes se conducirán con mucha pulcritud”, puntualizó.
Sabe pues cuál es su rol y parece estar consciente de que en estricto rigor, él es responsable no solo de que los comicios en Puebla transcurran de manera pacífica y en apego de las normas electorales, sino que además tiene el compromiso de rendirle buenas cuentas al movimiento morenista. Para ambos objetivos, la prudencia y el tacto político son fundamentales.
En ese doble papel fue que con cautela, pero hasta con irónico humor le contestó esta semana al alcalde panista Eduardo Rivera Pérez con la expresión “Ay, que mello”, luego de que había afirmado que varios actores políticos de Morena se habían puesto nerviosos tras mostrar que tenía interés por la gubernatura.
Se dijo respetuoso de las aspiraciones del alcalde, pero advirtió que los políticos que aspiran a contender por un cargo público deben separar el camino político del gubernamental.
Este fue un claro indicativo de que si bien en el futuro se mantendrá distante del entorno político-electoral, no dejará pasar ningún agravio que pudiera lastimar a sus correligionarios.
No parece fácil para un gobernador mantenerse alejado del proceso político que habrá de relevarlo. Es mucha la tentación y enormes los intereses que gravitan, pero el mandatario poblano ha sabido hacer su propio juego, sin blofeos y con las cartas abiertas.
Queda claro que el cada vez más candente proceso electoral no lo distrae, pero está en su agenda. Así por mientras mantiene en paralelo un ritmo intenso de trabajo y abona a favor de una Puebla en paz, después de tantos años de muy grises y hasta tristes ajetreos. Todo esto lo sabe el presidente López Obrador, los cuadros más altos de Morena donde ha sido acogido con distinciones, y desde luego, la virtual candidata a la presidencia, Claudia Sheinbaum.