Por: Adolfo Flores Fragoso/ [email protected]
El Grupo Monterrey tal vez sea uno de los mejores promotores de conspiraciones en México. Es sabido que toda política presidencial que afecte sus intereses, habrán de revertirla y terminar culpando al gobierno en turno.
Con Adolfo López Mateos, por ejemplo, a quien con el pretexto de que apoyó la revolución cubana lo calificaron de ser “un comunista”, “un satanás”, le orquestaron una campaña negra hasta que el presidente terminó condonándoles impuestos, financiándoles obras y otorgándoles dinero y más dinero y más, hasta que dejaron de vociferar su supuesta “contaminación ideológica”.
Como buenos y violentos “cobradores de piso” que siempre han sido, chantajearon a López Mateos a cambio de dinero público pero que ellos exigieron para beneficio de sus corporativos. Lo cierto es que, con tanto capital en sus bolsillos, el Grupo Monterrey o Grupo de los 10, desde el siglo pasado, se convirtió en uno de los cabilderos principales de la política y la economía en México.
Influenciados por los grupos conservadores más radicales del vecino del norte, profesan y financian el “whitexicanismo” a su antojo sabedores que el dinero, cuando tiene cara bonita, todo lo manipula comenzando por la masa que les cree el cuento.
El Grupo Monterrey es el equivalente a la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), los cabilderos más poderosos y mejor protegidos de los Estados Unidos, que gozan de total impunidad.
¿O alguien en el país vecino atreve a perseguir y castigar el tráfico de armas hacia México, Centro y Sudamérica, que genera ingresos similares al de las drogas pero en sentido contrario? Por algo Carlos Salinas de Gortari ha sido su mejor presidente. Su mejor aliado. Y los posteriores hasta Enrique Peña Nieto.
A Salinas lo financiaron, lo apoyaron, y él les correspondió, con el aval del PRI, dejándolos enriquecerse sin respeto a las leyes fiscales y demás, a costa de groseras deudas con cobro la Nación.
A tal grado quedaron agradecidos que financiaron la obstaculización (mediática y demás) de todo tipo de investigaciones en contra de su paisano, y de sus sucesores que finalmente fueron sus empleados-aliados también.
¿O hay algún empresario del grupo que haya solicitado alguna vez “cárcel para Salinas”? No. Creo que no. En la pregunta cabe la respuesta. Pero es pues el grupo que hoy quiere retomar el poder. Junto con el Consejo Mexicano de Negocios, el CCE y demás, sin propuestas vinculadas al bienestar social pero con peticiones para el “rescate” inmediato de sus capitales, según dicen, hoy en riesgo.
Ante la actual negativa presidencial, resurgen como simples manipuladores del fanatismo irreflexivo, y del tuit sin argumentos, como expertos generadores del enfrentamiento, que lo son.
Son polarizadores de la ignorancia mexicana, ejercicio que saben desarrollar muy bien desde siempre. “Desbanquemos a Amlo”, “que se vaya”, “¡fuera!”, ordenan ahora a través de los medios sociales a sus incautos seguidores. Pero sin argumentos probadamente válidos. No los hay. Carecen de ellos. En serio. Después de que el actual presidente les quiere cobrar los impuestos que deben y que transparenten el origen de sus capitales, tanto de empresas existentes como de socios vinculados a una maraña de negocios no registrados, el único argumento del Grupo Monterrey es autonombrarse “víctimas del comunismo que viene”.
Mal. Muy mal. Risible su argumento por no ponerle otro adjetivo. Manipulador de siempre, el Grupo Monterrey quiere hoy demostrar quién tiene las riendas de este país y quién es el único privilegiado en México, por encima de la sociedad, por encima del bien común. Y a través de eso que llaman FRENA retoman su papel como conspiradores. Peligrosos conspiradores. Los intocables “whitexicans”.