Elías Aguilar García
@Elyas_Aguilar
Una tentación en que suelen caer quienes ganan una elección es sobreestimar resultados, sobre todo cuando lograron diferencias abrumadoras frente a sus rivales.
Tienden a magnificar los valores positivos de partido o candidatos y a minimizar las variables coyunturales y las expectativas por las que los votantes los eligieron.
Ahí parece estar Morena hacia la elección intermedia de 2021. Veamos como ejemplo el estado de Puebla: en 2018, Andrés Manuel López Obrador tuvo un resultado contundente en el estado, 56.9% de los votos y en el municipio capital logró el 61.7%, arriba del porcentaje nacional.
Además, 14 de las 15 diputaciones federales las ganaron los candidatos de Morena con 45.3% de los votos. Sólo en el distrito 2 con cabecera en Zacatlán, la candidata del PAN-PRD-MC logró el triunfo.
Confluyeron la elección estatal y la federal, de tal forma que el voto de cascada a favor de López Obrador hizo ganadores a muchos candidatos de la coalición Morena-PT-ES. De las 26 diputaciones locales, 16 fueron para Morena o sus aliados PT y Encuentro Social. Por vez primera, la conformación del Congreso fue de partidos opositores, pues ya integradas las diputaciones de mayoría y de representación proporcional sumaron 22 de las 41 curules.
En las alcaldías, los candidatos de Morena-PT-ES lograron triunfos históricos: los 50 municipios más importantes del estado. Candidatos que aparecieron en la boleta, sin hacer campaña, triunfaron por efecto de voto de cascada (Gráfica 1).
Pero el voto popular es volátil. En el estado de Puebla, el candidato morenista Luis Miguel Barbosa se convirtió en gobernador con 44.8% de los votos, superando al candidato del PAN-PRD-MC (33.2%).
Pero en el distrito federal de Cholula, el candidato del PAN obtuvo el 49.9% de la votación. Y los resultados de la zona metropolitana de la ciudad de Puebla señalaban ya un comportamiento volátil, cambiante, que probablemente indicaba un grado de inconformidad y rechazo a Morena (Gráfica 2).
La próxima elección federal y estatal en Puebla podrían ser adversas a Morena y sus aliados: la capital del estado y los municipios conurbados, así como los municipios más densamente poblados, gobernados por Morena, registran bajos niveles de aprobación de los hoy alcaldes, lo que señala que poco entendieron las razones por las que triunfaron en 2018.
Y es claro que tampoco comprendieron las expectativas ciudadanas. También hay que agregar que el efecto purificador de Morena, así como del presidente, se ha desgastado en casi dos años de desempeño.
Como revelan los números, los ciudadanos desaprueban a los alcaldes morenistas porque creen que salió peor la medicina que la enfermedad. Y de los 15 distritos federales, en 12 tiene más simpatía el PAN, en dos el PRI y sólo en uno, Morena.
Así que, para lograr el triunfo, será insuficiente que López Obrador le levante la mano como candidato de Morena a algún aspirante. Si la actual tendencia en el es tado de Puebla no cambia, la elección del próximo 6 de junio podría darle al PAN la mayoría de los distritos federales y locales, lo cual pondría en una situación más que difícil al actual mandatario estatal, Luis Miguel Barbosa.