De jugar en Lobos BUAP y Puebla, a poseer la licencia UEFA de entrenador y prepararse en España para despegar su carrera como director técnico, el paso por el futbol de Rodrigo Íñigo ha dado giros inesperados gracias a su filosofía de vida, que incluye tres acciones fundamentales: insistir, persistir y nunca desistir.
Íñigo es de los pocos mexicanos que se ha animado a lanzarse a la aventura al otro lado del charco, dejando la comodidad que pudiera encontrar en el país y combina dos facetas, la de aún jugador activo junto a la de estratega.
Con 34 años de edad y 14 como futbolista profesional, el nacido en Ciudad de México sigue pateando la pelota en un equipo con sede en Madrid, el Club Deportivo El Álamo, el cual disputa la Tercera División del futbol ibérico.
RECHAZADO EN ESPAÑA E INGLATERRA
Este proceso europeo le representa mucho a Íñigo, debido al tiempo que esperó para poder jugar en el viejo continente, pero sobre todo por lo que luchó para alcanzar este sueño, con dos intentos fallidos y varias pruebas que se quedaron en promesas no concretadas.
“En 2011 se me acababa el contrato con América y yo traía en mente la inquietud de buscar una oportunidad en Europa. Estuve entrenando con el Nástic de Tarragona, en Segunda División de España, no logré firmar, estuve cuatro o cinco días. Después fui con el Cardiff de Gales, que juega en la Segunda División de Inglaterra, estuve ahí tres semanas, pero tampoco pude firmar, porque a pesar de que soy alto, ahí me veían pequeñito y flaquito. Ese equipo, meses después, jugó una final de Copa contra el Liverpool de (Steven) Gerrard en Wembley, y cuando lo vi fue especial. A pesar de que no se dio, ahí me convencí que quería ir a Europa a jugar, a formarme y a vivir”, dijo.
EL MARACANAZO AL FLAMENGO, LO MEJOR CON EL AMÉRICA
Así fue el primer intento del defensor por lograr el sueño europeo, pero sin un final feliz, esto tras seis años en el América donde debutó como profesional en 2006, alcanzando su mejor momento en 2008 cuando fue parte del equipo que ganó en el estadio Maracaná al Flamengo, por la Copa Libertadores.
“Fue una etapa difícil en el América la que me tocó jugar a mí, con muchos cambios en el club. Me encantaba jugar en el estadio Jalisco, si bien estoy convencido que el Azteca es el mejor estadio del mundo, pero si tuviera que elegir el mejor partido que viví en el América fue lo que hicimos en el Maracaná contra Flamengo, que era campeón de Brasil y que era imposible ganarles, pero les pegamos 3 a 0 con dos goles de (Salvador) Cabañas y uno de (Enrique) Esqueda”.
EN LOBOS BUAP RESURGIÓ COMO AVE FÉNIX
Dejando al América atrás y con su primer intento sin suerte de emigrar a Europa, Rodrigo llegó en julio de 2012 a Lobos BUAP, equipo que unos meses antes había jugado su primera final por ascender a Primera División, pero fue derrotado por el León de Gustavo Matosas. “Después de no firmar con los equipos en Europa fue duro porque no tenía empleo, pero al siguiente año llegué a Lobos gracias al profe (Sergio) Orduña.
Fui como el ave fénix porque venía de América y de no poder quedarme en Europa, entonces mi intención fue retomar mi carrera y si no se podía en Primera División, que fuera en el Ascenso y por eso elegí Lobos”.
NO PODÍA CREERLO CUANDO DESAPARECIÓ LOBOS
Íñigo encontró en Lobos la sensación de otra vez ser futbolista, tras un año inactivo, por lo que defendiendo la playera de los universitarios, elevó su nivel y se convirtió en un constante titular del equipo, lo cual le generó un sentimiento de agradecimiento y cariño a la institución, mismo que le provocó quedar incrédulo años después con la noticia de su desaparición en 2019 por la venta de Mario Mendívil a Bravos de Juárez.
“Me cayó muy mal la noticia, porque el tiempo que estuve en Lobos me di cuenta que tenía todo para estar en Primera División, un estadio precioso, grandes instalaciones, la tranquilidad como jugador, comodidad, nunca hubo problemas de pago e incluso me hubiera gustado estar más tiempo en el club. Entonces, cuando me enteré de su desaparición yo no podía creerlo”, recordó.
SUFRIÓ A LOS LÓPEZ CHARGOY
Su relación con la Angelópolis se hizo más fuerte en 2013, cuando salió de la Jauría, pero gracias a su cercanía con Manuel Lapuente, que por entonces era el técnico, fichó por el Puebla en lo que representó para él su regreso al máximo circuito, luego de dos años de picar piedra, aunque su aventura con La Franja sólo duró un torneo.
“Acabando el año que jugué con Lobos BUAP yo creía que tenía el nivel para quedarme, porque había hecho las cosas bien, pero no hubo un contacto inmediato por parte de la directiva, entonces busqué al profe Manolo (Lapuente) de la posibilidad de regresar a Primera División, me sentía en buen momento y llegué al Puebla, pero en este torneo (Apertura 2013) el profe Manolo sólo estuvo hasta la Jornada 4, porque ya no tuvo sintonía con los López Chargoy, entonces llegó Rubén (Romano), pero ya no tuve mucha participación con él, sólo en la Copa”, señaló.
Su apresurada salida de los camoteros, apenas seis meses después de su arribo se debió a la falta de juego, pero sobre todo a la situación económica que atravesaba el club bajo la dirección de la familia López Chargoy. “Salí del Puebla porque sabía que en ese momento no podía caer de nuevo en el no jugar, tenía que estar activo y sigue pasando el tiempo y eso es muy complicado para el futbolista.
Eso fue por un lado y por el otro la difícil situación económica que tenía el club, caso totalmente contrario a lo que viví en Lobos BUAP donde se cumplía con los salarios en fecha y forma, pero en el Puebla me encontré con unas cosas duras, terribles y feas por poner adjetivos suavecitos, porque pasaba que se alargaba el tiempo de pago y otras cosas que lo hicieron muy incómodo”.
CUATRO AÑOS EN EL ASCENSO Y UN NUEVO ‘NO’ EN ESPAÑA
Posterior a esto, el Flaco forjó su carrera en el Ascenso MX durante cuatro años pasando por Tecos, Mineros de Zacatecas, Cimarrones y Venados de Yucatán, siendo este el último equipo mexicano en el que militó y del que tuvo que salir en 2018 debido a una rotura de ligamento cruzado de la rodilla, que lo dejó a la deriva, pero que a la vez lo incitó a intentar de nuevo el sueño europeo, marcando rumbo hacia España otra vez, aunque el destino le volvió a decir que no.
“En un partido con Venados contra el Atlante me rompí el ligamento cruzado anterior de la rodilla, entonces me fue imposible volver a jugar, ya no entré en planes en Venados y esto hace que tome la decisión de viajar a España para enrolarme con el Mérida de Extremadura, un equipo histórico de Segunda B que en los noventa jugó en Primera División. Estuve entrenando, me sentí muy bien, pero el técnico habló conmigo y me dijo que estaban buscando jugadores que conocieran la división y pácatelas, viví lo mismo que en el Nástic de Tarragona y en el Cardiff, no me quedé”.
“EL CHELÍS ME DIO VIDA”
En ese momento contaba con 33 años de edad y varios meses de inactividad por la lesión en la rodilla, por lo que pasó momentos complicados hasta que José Luis Sánchez Solá, Chelís, con quien había coincidido en Venados tiempo atrás, le abrió la puerta del equipo Las Vegas Lights, en la Segunda División de Estados unidos, en lo que fue un vuelve a la vida para él.
“Hablé con Chelís y viajé a Las Vegas, si bien no me pudo contratar a la brevedad, sí se pudo después, me dio su palabra y la cumplió, y con esto me dio vida, por eso es una persona que le guardo respeto y cariño porque es un técnico que me ayudó mucho porque sabía que yo ya no era el mismo cuando estuve en Venados por la lesión, pero me ficha para Las Vegas Lights y ahí retomé, comencé a jugar de nuevo y te puedo decir que jugar en la USLC es una de las mejores experiencias que he tenido porque tiene un nivel super competitivo”, apuntó.
POR FIN EL SUEÑO EUROPEO
En la ciudad del pecado, Íñigo jugó un año en una liga en crecimiento donde conoció otro entorno y pudo mostrar aún buen nivel, pero en su mente ya estaba la idea rondando de convertirse en técnico, por lo que en 2019 movió sus fichas para, ahora sí, a los 33 años de edad poder jugar en Europa con el San Roque Lepe que, si bien era de la Tercera División de España, le permitía comenzar con su preparación para convertirse en timonel.
“Desde que me fui a probar al Extremadura ya estaba adaptando todo para comenzar a formarme con entrenador, entonces esa era la idea que, si yo firmaba con el Extremadura, empezaba con el curso de entrenador para la Licencia UEFA B.
Después de la experiencia en Las Vegas, un intermediario que conocía al inversionista mayoritario (Antonio Gaitán) del San Roque y en cuanto llegué comencé con el curso de entrenador y a la par jugaba, esto significó para mí por fin lograr el reto de jugar en Europa, por más que ya fuera la recta final de mi carrera, yo tenía bien claro lo que quería, que era aprender de todo lo que veía tanto en la cancha como fuera de ella”, comentó.
SE DECIDIÓ POR EL CAMINO LARGO
En esa escuadra de Andalucía estuvo seis meses hasta que en agosto de 2019 aterrizó en Madrid para contratarse con su actual equipo, el Club Deportivo El Álamo, que también juega en la Tercera División, pero que el gran plus recayó en la posibilidad que le dieron de entrenar a su cuadro juvenil, siendo ya su primera experiencia en los banquillos.
“Yo sabía que no iba a ser fácil tomar la decisión de ir a Europa, porque es el camino largo, porque hay que picar piedra, hay que competir con entrenadores muy capaces, muy jóvenes. Si yo quiero obtener los tres niveles de la licencia me faltarían dos años más para completar el trabajo en aula y además tengo que entrenar a un equipo juvenil por cada etapa una temporada completa como primer entrenador, ya llevo uno y voy por otro más”, agregó.
JÉMEZ Y AGUIRRE LO HAN AYUDADO
Ser jugador del primer equipo de El Álamo y entrenador del equipo Cadete (juvenil) no es tarea fácil para Íñigo, pero ha encontrado respaldo y apoyo en estrategas consumados que le han tendido la mano, como Paco Jémez, con paso en Cruz Azul y técnico del Rayo Vallecano, y Javier Aguirre, estratega del Leganés.
“No es fácil estar acá porque debes de adaptar tu vida y todos sus entornos, el familiar, el profesional y el personal a Europa.
A mi familia le he quitado mucho de comodidad y de tranquilidad, hemos vivido en varias ciudades y ahora estar lejos del país, buscar casa, escuela para los hijos, que quede cerca de casa y del lugar de entrenamiento”, reconoció.
ROBERT MORENO PUDO LLEGAR AL PUEBLA
Y en el momento y lugar más inesperado le llegó una referencia del que fue su último equipo de Primera División: el Puebla. Esa búsqueda de conocer e interactuar con la mayor cantidad de entrenadores lo llevó a conocer a Robert Moreno, que en 2019 fue técnico de la Selección de España y actualmente está a cargo del Mónaco de Francia, quien le reveló que antes de hacerse ayudante de Luis Enrique con quien estuvo en Roma, Celta de Vigo, Barcelona y la misma selección española, tuvo contacto con Chelís, que por entonces estaba en La Franja, y estuvo cerca de unirse al club para dar sus primeros pasos como director, pero al final no se concretó.
“Estaba en las instalaciones deportivas de la Selección Española de Las Rosas, en Madrid, y pude platicar con Robert Moreno, le dije que era mexicano, que me estaba formando como entrenador y que seguía como jugador activo en un equipo modesto. Entonces él me platicó que tuvo algún acercamiento con Chelís para llegar a trabajar en el Puebla, incluso iba a viajar con Rafel Pol, actual preparador físico de España, aunque al final ya no se dio. Entonces uno a veces piensa que no nos conoce nadie, pero ve, resulta que sí”, apuntó.
Las dificultades que enfrenta en su actual faceta le hacen entender el por qué son tan pocos los mexicanos que se avientan a formarse como entrenadores fuera del país, aunque también le permite darse cuenta que entre más estrategas exporte el futbol mexicano, incrementará su calidad y, por ende, considera que los propios clubes deberían impulsar a los entrenadores nóveles a estudiar en Europa.
“Entre más mexicanos podamos estar acá, podamos ver cosas distintas, vivir en un entorno distinto, que nos haga mejores personas, más completos, nuestro futbol a mediano o largo plazo va a crecer porque sé que hay técnicos mexicanos buenos, aunque también sé que no es fácil por todo lo que se necesita para estar acá entonces sería bueno que los clubes en México buscarán apoyar a los entrenadores a prepararse”, consideró.
“NO TENGO TECHO”
La inquietud ha llevado a Rodrigo Íñigo a jugar en tres países diferentes, a estar preparándose para ser técnico en un futbol de primer mundo, y ese mismo comportamiento lo tiene en un camino del que espera alcanzar sus objetivos, sin limitantes, pero con los pies sobre la tierra. “Mis sueños y mis objetivos los tengo bien claros, si bien no tengo techo, pero también estoy ubicado en una realidad de que no es fácil.
Quisiera empezar a trabajar en algún club en España, hay un montón de competencia, pero también sé que puedo aportar, porque ese coctel de vivencias tanto en México, como en Estados Unidos y ahora en España me hacen alguien más completo también me gustaría regresar a México en algún momento”, finalizó.