Por: Rocío García Olmedo/ [email protected]/ @rgolmedo rociogarciaolmedo.blogspo.mx
Hace apenas 67 años que las mujeres conquistamos nuestro derecho a votar y a ser electas. Se abrió la oportunidad para ocupar cargos de toma de decisión, que nos permitiera ir construyendo la ruta para avanzar en el logro de derechos hasta entonces negados.
Hubo que explorar durante estas décadas nuevas formas para lograrlo, las resistencias eran muchas. Impulsamos reformas electorales, acciones afirmativas o como se dice: “a punta de sentencias” poco a poco fuimos incorporándonos.
Seguimos construyendo sin detenernos y conquistar en 2014 la paridad en la representación política y en Congresos federal y locales. Gracias a ese logro, la actual Cámara de Diputados está integrada por 241 mujeres de 500 y en el Senado está conformado por 63 mujeres y 65 hombres, por ello se nombran como la “Legislatura de la paridad de género”.
Las repercusiones fueron en todo el país. En el Congreso del Estado de Puebla el principio de paridad de 2014 permitió que 19 mujeres y 22 hombres integremos la LX Legislatura. El año anterior se logró la paridad en todo.
Este principio fue incluido en los Poderes Judicial y Ejecutivo, a los órganos autónomos y descentralizados, de manera horizontal y vertical. En Puebla, después de mucho insistir lo logramos en julio pasado, es vigente, y los partidos políticos deberán postular a las mujeres candidatas para el proceso de elección de 2021.
Conquistas todas, esfuerzos de muchas mujeres. Sin embargo, nuevos retos tenemos que enfrentar. El ejercicio del actual gobierno federal es el mayor de ellos, lo comento porque está demostrado que no es precisamente su interés apoyar las causas de las mujeres.
Sus decisiones de ordenar la desaparición de programas, retirar recursos públicos, desconocer las luchas, conquistas y derechos, reprimir manifestaciones, extinguir los mecanismos que les ayudaban con becas para sus niveles superiores de educación, entre otras, está a la vista.
Otro reto que guarda una estrecha relación con lo anterior son las repercusiones que tiene y tendrá la contingencia sanitaria por coronavirus que vivimos, que obliga a los gobiernos de los tres niveles, al rediseño o reformulación de políticas públicas, que nos permita avanzar y no retroceder.
Porque los derechos que hemos adquirido las mujeres para nuestro desarrollo y participación política pasa por analizar el ejercicio de este derecho al voto universal alcanzado en 1953 y traducirlo al momento actual en entornos poco favorables para las mujeres, por la pandemia, pero también por las desafortunadas decisiones del gobierno federal, que desconoce las todavía grandes deudas históricas con las mujeres.
Debemos poner atención en los obstáculos que se presentan para continuar avanzando y evitar retrocesos como los que hoy se están presentando, derivado de la problemática para el acceso a la educación de niñas, niños y adolescentes, sus hijost(as), que actualmente las mantiene además del trabajo desde casa, con jornadas dobles y triples que tradicionalmente desempeñaban.
A todo esto se suma otra responsabilidad: convertirse en el apoyo de maestros y maestras en la modalidad de educación a distancia. Deudas pendientes que son obstáculos en materia de acceso a los servicios de salud, que ahora amenaza con retroceder en logros adquiridos con la falta de medicamentos para la atención y tratamiento de cáncer de mama y cérvico uterino, sin programas para atender su derecho a la salud sexual y reproductiva. Y el colmo, los “robos” muy oportunos casualmente de medicamentos oncológicos, de hemodiálisis y de vacunas contra la influenza. Hoy tenemos que revertir todos esos inconvenientes porque pueden inhibir la participación política de las mujeres rumbo a las elecciones del próximo año.
Si de por sí las nuevas modalidades de violencia contra las mujeres pueden ser inhibidores en la participación política, se suman nuevos retos que se estarán presentando por la contingencia sanitaria. Por ello, esperamos que en ese revisionismo histórico que está practicando el presidente Andrés Manuel López Obrador, pidiendo perdón o disculpas por la conquista a España, a la iglesia Católica por los abusos cometidos; surja el rescate de los agravios cometidos en la historia contra las mujeres.
Solamente que a nosotras no nos interesan las disculpas ni el perdón como se lo pide a esos gobiernos. Nosotras queremos derechos, queremos programas de gobierno, queremos garantía y protección para que no nos sigan matando y violentando y queremos que se cumplan las leyes para que no haya más impunidad en los delitos que se cometen contra nosotras y el cumplimiento de nuestra participación en la toma de decisiones.
Porque en 67 años, hemos sacudido al país. Lo hizo en Puebla Carmelita Caballero Camarillo de Cortés con el acompañamiento de muchas mujeres poblanas. Seguimos haciéndolo las siguientes generaciones de poblanas y las nuevas ya lo hacen porque “nuestra rebeldía sigue presente, porque no es ni repentina ni improvisada”.