La taquilla de los boletos, de remates curvos, delata que son los tardíos 60, igual que el largo de las faldas de las mujeres.
El más veloz de los juegos era este, que tenía la firma de la casa del corazón de las ferias: Atracciones Castañeda.
En el Paseo Bravo, para los años 70 ya no había taquillas y en los 80, ya escaseaban los boletos, pero llebó el Trabant, donde los usuarios, de pie, daban vueltas veloces en diferentes ángulos y con gritos bien sonoros. Fotografía: INAH