Por: Jaime Carrera
La vida de César Aldaco siempre ha estado rodeada de sonidos.
En su infancia, en Amozoc, era común escuchar el ruido que emanaba del choque del cincel y el martillo, utilizados por su padre en su taller de charrería.
Después, conforme creció, los zumbidos, chasquidos y chirridos de insectos se convirtieron en un llamado al arte. Su propio arte.
En el municipio de Atlixco, este hombre logra un homenaje a la naturaleza a partir de la recolección y manipulación de ramas, hojas, piedras y semillas.
César creció entre barro y espuelas, como parte de todo un legado familiar de elaboración de artesanías, aunque él fue más allá, dejó atrás la tradición y forjó un proyecto propio: Insectritos.
Ahora, a su alrededor, hacia donde se mire en un taller habilitado en su casa en Atlixco, se observan antenas, alas y ojos que constituyen obras de arte en forma de insectos.
Este artesano elabora sus piezas originales desde hace poco más de una década, las cuales atiende a la par de su profesión como docente en el nivel medio superior.
Sus artesanías están elaboradas con fragmentos de la naturaleza, viva y muerta: hojas, semillas y cortezas de árbol, con un toque de objetos no orgánicos que, en su conjunto, dice, evidencian la paridad humano-insecto.
“Insectritos surge por la familiaridad que existe entre la naturaleza con los humanos, pero después buscando una explicación más acertada de lo que es el proyecto, hice una investigación profunda del tema y ahí encontré un término: el mimetismo”.
Gracias a ello, ha logrado visualizar a su entorno como un mundo de formas que se adaptan a cada parte de un insecto, de los cuales ya ha elaborado más de mil piezas y algunas forman parte de su colección.
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
A sus 41 años, su vida sigue llena de sonidos, los de diminutos animales que lo convocan a la acción, a mover ágilmente sus manos y dar forma a alas, cuerpos y patas.
Y es que desde que era pequeño, César aprendió a moldear, esculpir y manejar la pintura, el pegamento, las pastas y un sinfín de materiales de todas las texturas posibles.
“Mi abuelita, desde niño, me enseñaba a moldear el barro”, recordó.
Todo ese cúmulo de saberes los aplicó a Insectritos, un proyecto que lo mantiene conectado a la naturaleza y al que cataloga como un sueño hecho realidad que lo ha llevado a exponer sus obras.
Un sueño artesanal que desde niño lo llamaba a la inquietud, a innovar y a ser rebelde, pues tuvo la oportunidad de cambiar, romper las reglas y transformar diseños de una pieza artesanal que por muy básica que fuera, siempre se puede mejorar.
“La exuberancia de los insectos y su fortaleza hacen que sean una de las especies que más se imponen por más diminutas que sean”, explicó, tras precisar que la fuerza del escarabajo es una cualidad que admira.
PAISAJES MÁGICOS
Hoy el reto para este artesano, que eligió a Atlixco para residir pues allí encontró un verde paisaje con materiales para elaborar sus Insectritos, es no conformarse y apostar cada vez por más y mejores piezas.
Agregó que, hasta la fecha, uno de sus mayores logros es haber posado sus artesanías sobre hojas y plantas en Mega Viveros Atlixco.
“La gente se fue fascinada con la exposición, veían las plantas y los insectos posados en ellas. Realmente es sentir tanta emoción de la gente que fue, algunos, hasta lloraron con verlos, y eso les da ciertas esperanzas, ilusión, vida”, concluyó.