Por: Jaime Carrera
Fotografías e imágenes: Cortesía: Juan Pablo Ortíz/Juvenal Aragón/Revista Acta Botánica Mexicana
D iecinueve años pasaron para que viera la luz una investigación en torno a la existencia de una variedad de la planta Echeandia en la Zona Arqueológica de Cholula en Puebla, a cargo de Aarón Rodríguez Contreras y Juan Pablo Ortiz Brunel, académico y estudiante de Doctorado en el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarios de la Universidad de Guadalajara.
Esta planta en sus diferentes variedades crece en los alrededores de las ciudades de Puebla y Tlaxcala, pero coincidentemente en zonas arqueológicas como la cholulteca, la de Cacaxtla en Tlaxcala y Monte Albán, Oaxaca, así como en torno vegetación secundaria de bosques de pino encino, según se documentó en un artículo publicado en la revista Acta Botánica Mexicana.
En entrevista para Crónica Puebla¸ Aarón Rodríguez Cantón narró que la primera vez que colectó esta planta fue en el 2002, cuando con un estudiante de licenciatura, Luis Ortiz –quien realizaba su tesis con él– visitó la zona de Río Frio en la autopista México-Puebla, para después pernoctar en Puebla y fue en Cholula que se toparon con esta planta.
“La idea era conocer la Zona Arqueológica, pero la botánica no se te quita de la mente y ahí vimos esa planta muy grande, pensamos que era otra especie del grupo que andábamos buscando (Echeandia), tomamos un ejemplar, pensamos que era una planta común parte de la maleza, con el tiempo no pudimos identificarla pues no estaba descrita en ningún lado”, puntualizó.
Los investigadores acudieron al Herbario Nacional de México, un acervo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), revisaron la colección y encontraron un par de colectas hechas en 1970, aunque las plantas recolectadas fueron en la Zona arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, las cuales se habían quedado almacenadas, pero sin nombre.
“En 2018 unos colegas que habían sido mis estudiantes también fueron a una reunión a Puebla y cerca de llegar a la caseta de cobro de Texmelucan, se les descompuso el automóvil y se encontraron también con esta planta que aún tengo conmigo, ya se secó”, comentó el doctor Aarón, tras recordar el largo proceso de documentación de esta variedad.
Echeandia (Asparagaceae) es un género americano de geófitas herbáceas y de acuerdo con los investigadores su distribución va desde Colorado, Estados Unidos, pasando por México que concentra 74 de 85 especies de esta planta hasta Perú en Sudamérica.
“Cuando incluso fuimos a la colección de la UNAM y vimos que ya se había colectado desde 1970, dijimos que definitivamente era algo diferente, nadie había podido asignarle una identidad y ahí fue cuando concluimos ya cien por ciento seguros que era algo distinto, que teníamos que documentarlo, no comenzamos con el trabajo quizá hasta el año pasado de manera formal para el proceso de la descripción”, agregó Juan Pablo Ortiz Brunel.
Este joven investigador compartió que ha trabajado con el doctor Aarón como estudiante y en proyectos desde hace cinco años, pues realizó su tesis de licenciatura sobre el grupo de plantas Echeandia: un análisis de su distribución, dónde es el lugar en el que más conviven estas especies y donde coexisten de manera conjunta en el país.
A partir de ello, también fue descubierta una variante de la planta en Jalisco y después la de Cholula, en Puebla. Y a lo largo de 2020, comenzaron el trabajo: medir las plantas, sacar fotografías y describir cada de sus partes, así como sus medidas, formas y textura.
“Se nos hizo curioso que la investigación causó revuelo y lo atribuimos a que mucha gente pensó que se había descubierto una planta dentro de la pirámide de Cholula, no es precisamente el caso, es una planta que crece en torno a; al 2017 los únicos dos lugares donde se tenía documentado que crecían eran las pirámides de Cholula y la de Xochitecátl en Tlaxcala”, dijo Ortiz Brunel.
En el artículo científico publicado se establece que “Echeandia Cholulensis es una especie nueva de México y se caracteriza por desarrollar los engrosamientos de las raíces alejados del cormo. Las hojas son lanceoladas, onduladas y glaucas. Produce flores ascendentes con tépalos blancos, filamentos clavados y muricados y anteras libres con dehiscencia longitudinal”.
LLAMADO AL INAH
Tras la publicación de la investigación, Rodríguez y Ortiz consideraron importante que las autoridades encargadas del cuidado de las zonas arqueológicas en el país, procuren la preservación de las plantas que coexisten con vestigios, debido a su importancia en el entorno natural e histórico.
“Pensamos que de esa manera se aseguraría su sobrevivencia en el sitio, pues las actividades de mantenimiento pudiesen eliminar las plantas en sus alrededores, es hacer esa recomendación a las autoridades del INAH; incluso se podría destinar un área específica para la planta o donde crezca, delimitar y dar cuenta de que no es planta muy común”, expuso el doctor Aarón.
Juan Pablo, por su parte, aseguró que, hasta cierto punto, los sitios arqueológicos en Puebla y el país son refugios para plantas, por lo que además de ser zonas protegidas por las autoridades federales, se debería tener particular cuidado con las plantas que crecen en sus entornos inmediatos.
“Al ser una zona protegida de la urbanización, permite que las plantas puedan prosperar y eso se nos hace muy importante, al menos, esta es una especie muy curiosa y crece en estos valles de Puebla-Tlaxcala y mientras se mantengan estos lugares la planta tendrá prevalencia en la zona”, concluyó Juan Pablo Ortiz.