Mario Galeana
El tren pasa al mediodía por la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan, en el extremo norte de la ciudad de Puebla. Su trazo orienta a los migrantes centroamericanos que avanzan hacia la frontera y su sonido reverbera en la Central de Abasto, donde trabajan otros migrantes, hombres y mujeres que dejaron sus comunidades mazatecas y tzotziles en busca de un empleo.
La artista plástica Dámaris Bójor conocía aquella escena. La había visto antes en Sonora, su estado natal, donde el tren también avanza en medio de aquellos que aún buscan el sueño americano.
Pero estar en San Pablo Xochimehuacan para pintar un mural la hizo dimensionar la distancia sobrehumana que recorren aquellas personas por todo México.
“Ella nos contaba eso, que al pintar aquí se dio cuenta del recorrido tan vasto que tienen que realizar los migrantes”.
Lo cuenta Hugo Cabrera, del Colectivo de Periodismo Cultural Independiente Subterráneos, quien acompañó a la artista durante el diseño y la confección de la obra.
El mural “En movimiento” es un retrato del paso de los migrantes por un espacio imaginario atemporal en el que se enfatiza la solidaridad. El tren es un símbolo del viaje, una extensión de la voluntad y la fuerza que implica migrar.
Fue pintado por Dámaris Bójor en la presidencia auxiliar de San Pablo Xochimehuacan, como parte de un programa de muralismo comunitario incluido en el Festival Vías Alternas de la Interculturalidad, organizado por el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM) en conjunto con otras organizaciones civiles.
Junto a éste, también se realizaron dos murales más en el bachillerato Emiliano Zapata de San Mateo Ozolco, comunidad que se caracteriza por ser expulsora de migrantes a Estados Unidos de Norte América, y en el Museo Nacional de los Ferrocarriles, en Puebla capital.
La obra en San Mateo Ozolco corrió a cargo del artista afrodescendiente Honter, originario de Coyolillo, Veracruz, y es un eco de las cosmovisiones de los pueblos originarios que rescata la identidad, cultura, raíces y tradiciones.
Mientras que el mural en el museo fue realizado por la artista Yaretzi Rodríguez Flores, quien a través de la mariposa monarca retrató la poética de los constantes flujos migratorios del país, su impacto en las familias y la preocupación por la pérdida de identidad originaria.
“La intención de los murales es cambiar las narrativas en torno a la migración. Al final todos somos migrantes, todos tenemos un familiar que migró. Pero persisten en Puebla expresiones de xenofobia y racismo”, asegura Hugo Cabrera, quien acompañó la iniciativa.
La pinta de los murales dio cierre al Festival Vías Alternas de la Interculturalidad, que se realizó del 9 al 30 de noviembre con la intención de discutir el papel histórico de las migraciones en la conformación de identidades, culturas y tradiciones.