Mario Galeana
A mediados de 1923, una mujer chilena llegó a vivir a un pueblo recóndito de Zacapoaxtla, en la Sierra Norte de Puebla, para participar en una de las transformaciones más radicales del país.
Su nombre era Lucila Godoy y era maestra, aunque en aquel pueblo desempacó maletas bajo el nombre de Gabriela Mistral, la poeta a la que el mundo conocería veinte años después, tras recibir el Premio Nobel de Literatura.
Era el México posrevolucionario y dos tercios de la población no sabían leer ni escribir. Mistral llegó al país por invitación de José Vasconcelos, con quien trabajó en la elaboración y aplicación de una vasta reforma educativa que pretendía reducir el analfabetismo en las regiones rurales y campesinas.
A lo largo de dos años, Mistral recorrió localidades y escuelas de Hidalgo, Morelos, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Jalisco, Querétaro, Veracruz y Puebla.
Pero quizá sea Comaltepec, una junta auxiliar en Zacapoaxtla, el lugar que más la inspiró durante su paso por México.
Allí, supervisó escuelas, dirigió recitales, organizó lecturas públicas, dio conferencias, hizo amigos y, claro, escribió poemas.
De aquí se dice que está inspirado el poema La maestra rural y en otra pieza inédita, recuperada años después por el poeta chileno José Suárez Donoso, Mistral declara su amor por esta tierra.
“Comaltepec, ¡cuna del indio más grande de tu raza! Juan Francisco, héroe de la batalla de Puebla. Tu nombre en la historia suena a gloria. Como chilena te llevaré en mi corazón cuando me vaya”.
Los cronistas y las familias de la región aún conservan fotografías, documentos y manuscritos elaborados por Mistral durante su estancia.
Su primera aparición pública data de finales de abril, cuando dirigió un recital celebrado durante la visita del senador Claudio N. Tirado. El número fue ampliamente aclamado, según cuenta el cronista de la ciudad de Zacapoaxtla, Luis Marcelo Castañeda Varela.
“Al escuchar su discurso tan interesante, la invitan a dar una conferencia en la biblioteca municipal. Pero el párroco de entonces, Francisco Benavides Cantú, prohibió a la gente que asistiera. Decía que Mistral era una mujer pagana”, narra.
La advertencia no sirvió de nada y la gente asistió embelesada a escuchar a la maestra chilena. Algunos años después, las autoridades del municipio promovieron la instalación de una placa alusiva al evento que dice: “A Mistral y a su patria, rememoración de su conferencia sobre las bibliotecas. Julio 14 de 1923”.
“Ella no vino a dar clases, vino a dar recomendaciones para las escuelas rurales”, precisa el cronista. “Llegó a vivir con Victoria Urrutia de Arriaga, en una casa que hoy conocemos como la sede del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, y después trabajó con la maestra Natalia Molina, una de sus mejores amigas en esta localidad”.
Antes de su partida, Mistral supo de una escuela de párvulos que llevaba su nombre. No quiso marcharse de Zacapoaxtla sin dejarles un mensaje, que años después la misma Natalia Molina entregaría al Museo Gabriela Mistral de Vicuña.
“La escuela de párvulos ha de ser un nido de ternura, una larga y paciente abnegación: una paciencia llena de dulzura. Esto he encontrado en la escuela a la cual dejo estas líneas. Yo le deseo mucha vida, numerosos días, como a los seres humanos. Que su jefe de hoy y de mañana tengan heroica voluntad para trabajar a pesar de la incomprensión o la injusticia. Hay que construir la patria mexicana y los constructores deben ser los maestros. Que dios proteja la escuela de mi nombre”.
Es el último testimonio de aquella maestra chilena durante las lejanas tierras de esta serranía. Partía, con su máquina de escribir, con sus historias y sus versos, hacia la historia.
RECUERDAN A MISTRAL A 100 AÑOS DE SU VISITA
El centenario de la visita de Mistral fue celebrado en Comaltepec con un intenso programa que incluyó un certamen de poesía, un foro sobre la nueva escuela mexicana, una exposición fotográfica y danzas y tradiciones correspondientes a la región.
Las actividades fueron organizadas por el Comité de Descendientes del 6to Batallón de la Guardia Nacional 1862 y la Sociedad de Defensores de la República Mexicana y sus Descendientes A.C.
También se entregaron reconocimientos que llevan el nombre de la poeta a personas que han destacado por sus aportes al bienestar social y educativo de la niñez indígena, como Ángel Molina Xalcuaco, descendiente de combatientes en la Batalla del 5 de Mayo de 1862; Wenseslao Herrera Coyac, de la primera generación de promotores culturales bilingües; Olga Díaz Bonilla, profesora en educación primaria, así como Juventino Arriaga Reyes, expresidente auxiliar de Comaltepec.