Por: Dulce Liz Moreno
Contemporáneo de Galileo, Descartes y del visionario bibliotecario Gabriel Naudé, Juan de Palafox y Mendoza fundó en Puebla, hace 375 años, el que entonces fue el más moderno y ordenado centro de acceso público a la información.
La reflexión pertenece a la investigadora Rosa María Fernández de Zamora (UNAM), al reexaminar detalles de la visión de Palafox, materializada en sala de lectura por él mismo y revitalizada en recinto artístico por Francisco Fabián y Fuero 127 años después, plena Ilustración en Europa.
La Palafoxiana, primera biblioteca pública de Nueva España y toda América, tiene los rasgos que en su tiempo fueron vanguardia. Se fundó en el siglo XVII, que fue de grandes cambios en la manera de concebir la información contenida en las colecciones de libros en Europa, reflexiona Fernández de Zamora y precisa la importancia del impulsor de las bibliotecas, el francés Gabriel Naudé.
INSPIRACIÓN
La utilización y la organización de las colecciones de libros para uso público en el siglo XVII y XVIIIsiguen las ideas de Gabriel Naudé (1600-1653), bibliotecario de los cardenales Richelieu y Mazarino, primeros ministros de Francia, y después de la reina Cristina de Suecia.
Publicó en 1627 un tratado sobre organización de bibliotecas que se convirtió en lectura obligatoria: Advis pour dresser une bibliothéque, indica la investigadora.
En su escrito, Naudé consigna el espíritu del uso público de las colecciones: “No deben esconderse todas estas luces y condenar a tantos brillantes espíritus a un perpetuo silencio y soledad, eso sería no comprender el objetivo de una biblioteca… que debe consagrarse al uso público y no debe negarse jamás la comunicación al más sencillo de los hombres que pudiera requerirla”.
En ese siglo se fundaron las bibliotecas Bodleiana de Oxford, la del cardenal Borromeo en Milán y la de los agustinos en Roma y se enriquecieron y modernizaron las bibliotecas universitarias, agrega la académica.
“En la forma, las bibliotecas cambiaron sus instalaciones cuando se impuso el estilo de la biblioteca de El Escorial, que introdujo en España la estantería adosada a las paredes, en vez de estar en libreros perpendiculares. Los libros dejaron de estar encadenados para tener tela metálica a fin de evitar robos y los libros se agruparon de acuerdo con los temas”, precisa Rosa María Fernández de Zamora.
EL OBJETIVO DE PALAFOX
La fundación de la que hoy es Memoria del Mundo –declarada por la Unesco desde 2005–se fecha el 5 de septiembre de 1646, con el acta de donación de Juan de Palafox y Mendoza, obispo.
En ella asienta que entrega su colección personal de más o menos 5 mil libros e instrumentos científicos coleccionados a los colegios de San Pedro y San Pablo y San Juan, en 1644, establecidos también por él, edificios asentados en la hoy 5 Oriente entre 16 de Septiembre y 2 Sur.
El escrito fija la meta del jerarca: que los libros estén en una sala del colegio de San Pedro a disposición de quien quiera “estudiar y ejercitar las letras”, sin que se le impida copiar lo que desee.
Incluso implanta el horario de consulta: de 8 a 11 y de 15 a 17 horas, todos los días.
El uso público es el espíritu de las ideas de Gabriel Naudé y Palafox se pone vanguardista al aplicarlo a los libros donados, de tal manera que crea la primera biblioteca pública de las Américas.
Ese espíritu alienta también la expedición, el 7 de febrero de 1646, de una bula especial: el papa Inocencio X ordena la excomunión inmediata de toda persona que saque libros de esta biblioteca.
CASA PARA LOS LIBROS
El edificio de la Biblioteca Palafoxiana es desde 1981 Monumento Histórico de México por el valor artístico que, también con particularidades de novedad para las bibliotecas, le agregó el obispo Francisco Fabián y Fuero en 1773.
Ese año, el recinto fue inaugurado tal como se conoce hoy, conservación por la que la Unesco valuó el sitio con la distinción de 2005.
Fabián y Fuero encargó la construcción de la estantería de madera de cedro para 20 mil volúmenes, pues al acervo de Palafox se le añadieron colecciones donadas por Manuel Fernández de Santa Cruz, sucesor del fundador, Francisco Pablo Vázquez, Francisco Irigoyen, algunos particulares y el propio obispo emprendedor, además de los libros confiscados a los colegios jesuitas, afirman los estudiosos de la historia del sitio.
La forma de la bóveda y la disposición de mobiliario y libros son muy parecidos a los de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, aunque no está documentado que Fabián y Fuero la hubiera visitado, indica la investigadora Fernández de Zamora.
Ella agrega que estos rasgos de forma y fondo dotan a la Biblioteca Palafoxiana de la característica cuyo valor se reconoce 375 años después de su fundación: el acceso libre a la información.
Hasta hoy, la disposición de los libros en los anaqueles sigue el dictado de Gabriel Naudé, el rey de las bibliotecas; no podía ser de otro modo.