Cada autor constituye una vista a la pintura contemporánea mexicana; sus confluencias permiten un acercamiento a los motivos actuales
Mario Galeana
La pintura en México tiene una tradición inagotable.
Para trazar una genealogía mínima habría que otear las pinturas rupestres de Teotihuacán, mirar los óleos coloniales del barroco y no olvidarse del arte producido tras la Independencia y la Revolución.
Habría que contemplar al esplendor del muralismo mexicano, con Siqueiros, Orozco y Rivera como estandarte, y reconocer el modernismo, la abstracción y el surrealismo que surgió a mitad del siglo XX, con Tamayo, Kahlo, Carrington o Remedios Varo.
Visto de esta forma, describir la pintura contemporánea en México puede resultar igual de complejo.
La exposición “Pintura contemporánea en México”, que se exhibe en el Museo Amparo, podría apuntar que la obra producida en décadas más recientes es una compilación de todas estas tradiciones.
Pero incluso esto sería inexacto, porque la obra de los nueve artistas incluidos en la muestra anticipa también una reinterpretación, una tendencia hacia la innovación a partir de materiales, técnicas, procesos.
Lo explican las curadoras de la exposición que incluye más de 100 piezas, algunas producidas in situ, dispuesta en el museo poblano hasta el próximo 25 de julio.
“El paisaje reaparece como un tema importante, pero a partir de una reinterpretación distinta. Hay un retorno al neomexicanismo de la pintura, pero también una ruptura con esa tradición”, sostiene Amanda de la Garza, curadora e historiadora del arte.
“Hay todos estos referentes históricos, porque la historia visual mexicana está decididamente impregnada de la historia de la pintura en México; sin embargo, la aproximación también es completamente diferente”, agrega Paula Duarte, curadora y gestora cultural.
Durante dos años, De la Garza y Duarte examinaron meticulosamente el panorama de la pintura contemporánea en México para tratar de explicarse cómo se consolidó la escena artística a partir de los 90 y a qué podría deberse el boom de la pintura a partir de la pandemia.
Para ello, acudieron a premiaciones, bienales, catálogos de exposiciones y talleres artísticos; revisaron trayectorias, perfiles, becas, programas desarrollados y formaciones.
De este minucioso trabajo de investigación seleccionaron a nueve artistas nacidos en distintos estados del país, entre las décadas de los 70 y 80, “con una marcada persistencia en la innovación en su trabajo y una intención de consolidar un cuerpo de obra muy coherente”, sostiene Duarte.
Los artistas son Ana Bidart, nacida en Montevideo y radicada en Ciudad de México; Bayrol Jiménez y Luis Hampshire, de Oaxaca; Elsa-Louise Manceaux, oriunda de Paris y avecindada en la capital; Cecilia Barreto, Francisco Taka Fernández y Néstor Jiménez, también de Ciudad de México, Leo Marz, de Zapopan y actualmente residente de Monterrey, y el Colectivo Celeste, integrado por María Fernanda Camarena y Gabriel Rosas Alemán, de Guadalajara y la capital, respectivamente.
“No hicimos un intento de representación por estados, sino más bien de diversidad de producciones trabajando desde lugares distintos. Nuestra intención no fue hacer un mosaico del Estado-nación, o una representación de geografías determinadas, porque muchos de los artistas no trabajan desde una noción de territorio específico”, explica De la Garza.
A pesar de las distancias y de los diferentes estilos, las curadoras identificaron gestos en común, confluencias que esbozan los motivos de la pintura actual en el país.
Territorios, cuerpos, gestos y paisajes
La exposición Pintura contemporánea en México fue delimitada a partir de cinco núcleos temáticos que segmentan algunas problemáticas sociales y políticas, y, al mismo tiempo, cierta gestualidad en la obra, técnicas, conceptos argumentativos en común.
En el primer núcleo, titulado “Percepciones del desplazamiento”, se resalta la plasticidad de la obra a través de piezas que superan la bidimensionalidad del cuadro, o bien, en donde el trazo está modulado por el cuerpo mismo de los artistas.
En esta sección resalta la obra Flor de superficie oscura, del colectivo Celeste, una obra que puede atravesarse en el sentido literal de la palabra, y cuyo tono rojizo evoca necesariamente a las obras de Siqueiros.
El segundo núcleo, “Gestualidad y borde”, ahonda en el uso intencional de la paleta de color para crear ciertas figuras abstractas, que pueden llegar a desbordarse de la idea tradicional del cuadro.
Como un espejo del primer núcleo, en esta sección resalta la pieza Estructuras para la invocación, de Bayrol Jiménez, que se muestra en la portada de esta edición.
El autor descompone la pintura en capas, con retazos de distintos lienzos, “como si miraras el cuadro desde la parte de atrás, desde su punto de vista”, ahonda De La Garza.
“Evidencia de lo tangible”, el tercer núcleo de la exposición, inicia “con la posibilidad de la nulidad como una expresión pictórica y la sutileza como parte de esos gestos pictóricos”, explica Duarte.
La sección incluye obras de Marz, Manceaux, Bidart y Barreto, que se distinguen por el manejo técnico del color, el degradado, la abstracción y la conciencia del espacio.
El cuarto núcleo, “Paisaje y construcción”, ahonda en la tradición paisajística, pero a través de técnicas muy antiguas vinculadas con el fresco, y, con la inclusión del paisaje interno del artista dentro de la obra.
Un ejemplo de ello es Estación flotante de contemplación activa, un díptico de gran formato elaborado por Taka Fernández, que observa el peligro de la destrucción de los manglares en el país.
El último núcleo, “Concreciones materiales y mutaciones compositivas”, aborda la experimentación que los artistas realizan en el taller, a través de la expansión de la pintura hacia técnicas escultóricas distintas.
El artista oaxaqueño Luis Hampshire realizó un mural polvo, como lo llama, a partir de la ceniza del Popocatépetl expulsada las últimas semanas.
“Esta no es la exposición de toda la pintura mexicana, porque esto no podría realizarse solamente con nueve artistas, pero sí es una reflexión amplia de lo que puede ser la pintura, hacia dónde va en este momento y a futuro, y de las posibilidades del trabajo material, las problemáticas que aborda y la puja constante el artista y su taller que permite que la creatividad se vaya esbozando”, resume Duarte.
LOS ARTISTAS EXPLICAN:
Me ha importado mucho preguntarme qué significa pintar, qué métodos y formas pueden incluirse en la obra.
En este caso, decidí incluir el recorte, el collage, como método de trabajo.
Creo que el pintor propone y la pintura descompone o recompone. La pintura se hace a sí misma.
Como soy de Oaxaca, llevo trabajando algún tiempo el concepto de identidad y hablar de arte en Oaxaca es hablar de un constructo homogéneo, comercializado.
Algunas de estas pinturas están hechas con mole negro. Es un proceso que para mí resume lo que considero como la pintura: la destrucción de todos esos elementos que desaparecen y aparecen en otra conformación.
–Luis Hampshire
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Suelo pintar con el óleo muy diluido y después dibujo con el dedo.
Es un proceso de capturar ese gesto en una superficie muy sensible.
Los puntos de los cuadros son gotas que voy tirando desde cierta altura. Como si fuera algo al azar, pero en realidad es una negociación entre el azar y mi deseo.
Creo que mis cuadros tienen una naturaleza muy lúdica y espontánea. Para mí ,eso significa pintar.”
–Ana Bidart
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LAS CURADORAS:
AMANDA DE LA GARZA
Curadora e historiadora del arte. Desde 2020 es directora general de Artes Visuales y del Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM (MUAC).
Su práctica profesional se ha enfocado en el arte contemporáneo y exposiciones de archivo
De 2012 a 2019 fungió como curadora adjunta en el MUAC.
Ha curado y coordinado más de 30 exposiciones de artistas como Harun Farocki, Hito Steyerl, Vicente Rojo, Jeremy Deller, Isaac Julien, Jonas Mekas, Jose Dávila y Chantal Peñalosa para el MUAC y museos en México y el extranjero. Fue cocuradora de la XVII Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen.
PAULA DUARTE
Gestora cultural y curadora.
Del 2019 a marzo de este año fue directora general del Instituto de Liderazgo en Museos, A. C. y coordinadora del Programa de Estudios Curatoriales de la Maestría en Historia del Arte, de la UNAM.
Fue directora curatorial de la III Bienal Universitaria de Artes y Diseño FAD, UNAM, “Resistencia intangible, ideas para posponer el fin del Mundo”.
En el Museo de Arte Carrillo Gil desempeñó diferntes cargos de 2014 a 2019.
Trabajó en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (2011-2013) y el espacio independiente La Calera Oaxaca (2009-2014).