El artista anunció que el parque de San Francisco, en donde se encuentra instalada su icónica escultura el hombre azul, será restaurado
Mario Galeana
Fotos: Agencia Enfoque
Hace ocho años, un periodista cultural del Washington Post dijo que José Bayro tenía algo de tinkerer, es decir, de inventor.
Quien otee el estudio del artista plástico sabrá que aquella afirmación es cierta.
Por donde se mire hay óleos con ideas, bocetos, esculturas que especulan con formas imposibles, una mezcla ecléctica de objetos que despiertan la imaginación.
Todo parece en su sitio y, sin embargo, hay algo entre las piezas que reposa sobre el caos. El equilibrio perfecto entre el inventor y el artista.
El jueves pasado, Bayro abrió las puertas del estudio que comparte con el también artista Robert Smith.
Originarios de Bolivia y de Estados Unidos, respectivamente, ambos se afincaron hace varias décadas en Puebla y eligieron la colonia Prados de Agua Azul para alzar su pentágono, su propio centro de creación.
Hacerlo tomó su tiempo.
“Es el sueño de mi vida y lo pude lograr. Es una casa que fue adaptada como estudio, tiene una bodega, un baño, una oficina, mucha luz, un jardín y mucha ventilación. Me siento muy bendecido. A veces veo los pobres estudios de los artistas en Europa, donde todo es tan caro, y de pronto no entiendo cómo es que sacan cuadros enormes de esos espacios tan pequeños”, dice el artista.
Junto a la prensa, Bayro y Smith recorrieron parte del estudio.
Antes advirtieron que sería sencillo distinguir quién era el autor de cada una de las obras. También aquella afirmación era cierta. Mientras la fuerza de Bayro reposa en la plástica, con el color ambarino y el acertijo de personajes que levitan, la obra de Smith yace en el conjunto de texturas y volúmenes de su técnica textil.
El recorrido se dio luego de una estancia en Italia en la que tuvieron una exposición conjunta.
El próximo mes estarán en Veracruz, donde exhibirán su trabajo y darán talleres de arte textil y técnicas de materiales al óleo.
Y a finales de año participarán en una serie de subastas y realizarán la apertura del estudio a los coleccionistas, un evento que han realizado durante los más recientes 24 años.
“Para mí el próximo mes es muy especial”, dijo Smith, “porque cumpliré 65 años. Cuando era niño, pensaba que las personas mayores, mis tíos, mis abuelos, no tenían mucho que hacer. Me he dado cuenta de que es completamente lo opuesto. He descubierto que es la edad en la que uno tiene mucha confianza, comodidad y conocimiento. Me siento contento de crear obra que refleje el momento que estoy viviendo”.
Bayro guardó para el final su gran anuncio de la noche: la restauración del Parque de San Francisco, en donde se encuentra instalada desde hace 17 años la escultura que más satisfacciones le ha dado, El hombre azul.
“El parque estaba muy descuidado, hubo temporadas de destrucción y de vandalismo, pero me han avisado que la situación del parque cambiará, que será restaurado para darle nueva vida a ambos, al parque y a la escultura”.
El hombre azul aparece en los libros de texto gratuito, fue ocupado como imagen en un billete de la lotería nacional y es, para Bayro, una extensión de su vida y de la de cualquier inmigrante.
“El próximo año los invitaremos para su fiesta de mayoría de edad”, dice entre risas.
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