Mariano Castellanos explica el valor patrimonial de esta manifestación cultural en la industria, desde el archivo de la textilera de Metepec
Dulce Liz Moreno
Imágenes: Cortesía de Mariano Castellanos Arenas
De los cajones contables de la fábrica de Metepec (1902-1967), las cartas comerciales de la que se llamó Compañía Industrial de Atlixco son testimonio de cómo las empresas construyeron imagen pública en sus papeles oficiales con dibujos de sus instalaciones para mostrar su poder.
Mariano Castellanos Arenas, doctor en ciencias humanas e investigador, reúne los membretes y realiza una lectura iconográfica para explicar que este acervo constituye patrimonio gráfico industrial del siglo XX.
El encabezado que usó en sus documentos la textilera atlixquense –superior en la región– muestra al fondo el Popocatépetl nevado, aunque en la realidad, la perspectiva desde la que se retrata el complejo industrial hace imposible ver el volcán.
Aquí opera el ejercicio de percepción de la Compañía: el membrete es la abstracción de una empresa y expresa la grandeza de la firma para mostrar su categoría y posición en el mercado, indica el investigador.
Se adapta la realidad en la composición de la imagen porque es intenciaonal, publicitaria.
En la correspondencia con otras fábricas mexicanas y extranjeras, “estos cuidadosos diseños tienen el objetivo de mostrar en una sola imagen la personalidad de la compañía, su poder productivo, su capacidad como negocio, su confiabilidad en la calidad de sus productos o servicios y la dimensión de sus instalaciones industriales”, agrega.
En el membrete de la textilera poblana que se utilizó en 1918 puede verse la pretensión de mostrar la gran extensión del edificio fabril edificado en lo que fue la hacienda de San Diego.
Responde al modelo “company town”: construcción para todas las actividades, incluida vivienda de obreros.
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