Guillermo Pacheco Pulido
De ese polvo estaba hecho Urbano Deloya Rodríguez.
Su pensamiento siempre fresco recorre las calles de la ciudad de Puebla, de las que con mágica sabiduría
descubre muchas vivencias humanas, relata a nuestra olvidada memoria los hechos que convierten a Puebla en una ciudad cuatro veces heroica como ninguna en nuestro país.
Su palabra la viste con donosura al recordar a Fray Toribio Benavente “Motolinía”, o a Juan de Palafox y Mendoza y nos lleva con claridad de su plática por la vida y filosofía de éstos y otros grandes personajes religiosos.
Urbano como universitario surgió como el ave fénix en su alma máter. Por ser distinguido alumno en la carrera de abogacía, se le designó como miembro del Consejo Universitario y a su vez por elección estudiantil desempeñó el cargo de presidente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, posteriormente recibió una medalla de oro por haber sido el más destacado en conocimientos como alumno de dicha facultad.
Fue miembro fundador de la Sociedad Mexicana de la Defensa del Tesoro Artístico de México.
Su voz y pensamiento cultural se escuchó y leyó con su trascendental columna “Puebla de mis amores”; en los periódicos El Sol de Puebla , La Voz , El Universal Puebla-Tlaxcala, El Heraldo de México en Puebla; en Radio Oro y un vespertino “Vamos a tomar café”.
Es toda una vida al servicio de la cultura, de la historia, de las leyendas, de la imaginación, de los sueños, de los amores de Puebla.
Su gran mérito: difundir con elegancia y amenidad la vida de Puebla en todas sus épocas, todos los lugares, todas las personas y todo lo ocurrido. Todo eso fue contado por Urbano Deloya.
En Puebla de nuestros amores siempre encontraremos el pensamiento culto y honesto de Urbano Deloya, su palabra fresca y su amistad sincera.
Urbano aporta una serie de fotografías emblemáticas de la Angelópolis.
El libro Puebla de mis amores comprende 15 temas, todos ellos surgidos de la pluma del brillante escritor y redactor Urbano Deloya.
Toda una vida de trabajo, de esfuerzo, obteniendo el título de abogado con muchos reconocimientos por su magnífica capacidad profesional; otros éxitos los cosechó formando una gran familia. Otros ocurrieron entregado al servicio público, y todo el tiempo que le restaba lo dedicó a Puebla, ciudad a la que le entregó su esencia universitaria.
A sus amigos les extendió su mano franca, y a la ciudad le entregó la verticalidad de sus amores como hijo de su Puebla amada.
__________________________
El 9 de diciembre de 2002 concluyó la vida biológica de Urbano Deloya.
A esa vida biológica se le aplica el pensamiento bíblico “Memento homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris” (recuerda hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás). El concepto se aplica sólo a la materia humana porque el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.
Porque tratamos de decir algo de lo mucho que es y fue Urbano Deloya Rodríguez: porque los poblanos debemos conocerlo más, leerlo; porque Urbano es polvo que no volvió al polvo, sino que vive en el corazón de los poblanos, late su palabra en la cultura de su gente, en sus calles que encierran muchos secretos; en la nobleza de su memoria que se plasma en parte en el libro que contiene la vivencia de Puebla, que no volvió al polvo porque vive en el alma vibrante de “Qué chula es Puebla” palabra que entró al corazón de los poblanos a través del programa de radio “Puebla de mis amores”.
No es polvo su pensamiento, es vida que recorre las calles de Puebla.
En recuerdo de la Puebla de sus amores
Luz Aída Deloya Cobián
“Pase lo que pase, nunca te olvides que ésta es la Catedral de tu tierra”, me dijo mi papá un domingo lluvioso caminando por el centro, cuando yo era aún muy niña para comprender que esa iba a ser la fórmula para recordarlo siempre.
¿Qué es lo que hace recordar a alguien que murió hace 20 años? ¿Cuál es el secreto de los que no se olvidan nunca?
En sus crónicas poblanas, didácticas y precisas, sus escuchas o lectores conocieron sobre los secretos del Convento de Santa Rosa, de la leyenda del Mesón del Cristo, de las costumbres que en los años pasados se tenían en Puebla durante la Semana Santa, la época de las posadas o la celebración del Año Nuevo. Tantos temas que van desde el legado jesuita en nuestra ciudad, los orígenes del Paseo de San Francisco, las contribuciones de las colonias libanesa y asturiana, hasta el heroísmo de la familia Serdán en 1910.
Dicen que el amor es lo que da sentido a las cosas. Tal vez por eso sea que, al plasmar en cada palabra ese sentimiento por esta ciudad, todavía hay quienes añoran sus relatos que representan la identidad y el origen que nos une como poblanos y son un refugio para cuando nos sentimos perdidos.
Hoy, veinte inviernos después, seguramente al escuchar las campanas de Catedral no sólo recuerde a mi papá y el compromiso que tengo en la sangre de conservar su legado, sino lo bien que se siente el amar las raíces de las calles que pisamos a diario.
Y así, reafirmar una vez más que lo que no nos permite perdernos en nuestros días grises es el cariño a la ciudad que fue nuestra cuna: la perpetua y majestuosa Puebla de Nuestros Amores.
Puebla, 9 de diciembre de 2022.