Mario Galeana
Texto y fotos
Para Luis Ricardo el dibujo es una obsesión. Por dibujar, se ha acabado un raudal de libretas en los últimos veinte años y dice que, si pudiera, cada página llegaría al negro absoluto. Un trazo sobre el otro hasta la orilla de lo inteligible. Incluso dibuja ahora mismo, mientras hablamos por teléfono.
“Cuando dibujo, de algún modo reflejo un estado de ánimo o lo que estoy sintiendo o pensando en ese momento. Y ahora mismo me estoy dibujando mientras pienso en tu pregunta”, dice.
Los dibujos de Luis Ricardo son una yuxtaposición de personajes, ideas y ojos. Trazos que encuentran su forma en el caos. Seres que contienen multitudes, autorretratos, mapas de pensamiento. Un aire psicodélico, límpido pese a su atiborramiento. Una expresión del impulso y del ahora.
Por eso María Eugenia Jiménez Melo, curadora de Reglas para una lluvia de ideas, la más reciente exposición de Luis Ricardo, dice que sus dibujos son “aquís y ahoras”, o “una experiencia de preguntas sin respuestas”.
“No son bocetos, no está planeando nada, ni buscando imitar la imagen de algo a su alrededor. Son dibujos de aterrizaje (…) Es un dibujante obsesivo, un poco fuera de la norma, que dibuja para concentrarse; tiene trastorno de atención y desde que recuerda necesita hacer algo para no fugarse de lo que está ahí y debe atender”, explica en un texto curatorial que acompaña la exposición.
Reglas para una lluvia de ideas recoge decenas –si no es que cientos– de algunos de los dibujos que Luis Ricardo ha hecho desde 2003 hasta este mismo año. La exposición fue inaugurada el 7 de octubre en la sala Sergio Pitol, de la Casa de Cultura en Puebla, donde permaneció hasta mediados de noviembre.
EL TRAZO Y LA HISTORIA
Cuando se propuso la exposición, sin embargo, tuvo ciertas dudas: sus dibujos eran eso, trazos y trazos en un cúmulo de libretas; no tenían firma, orden cronológico, no estaban enmarcados y muchos eran pequeños, más pequeños que la mitad de una hoja.
“Pero a Maru (María Eugenia Jiménez) se le ocurrió pegarlos contra el muro, de pegar muchos dibujos, y fue una gran idea. Porque yo no me propongo hacer una obra y menos una obra de arte; yo más bien tengo dibujos porque la libreta me acompaña a todos lados, e incluso si no tengo libreta dibujo en sobres de correo o boletos”, afirma Luis Ricardo.
Quizá la naturaleza del trabajo de Luis Ricardo explique por qué, a lo largo de 20 años de carrera como ilustrador, haya realizado hasta ahora sólo cuatro exposiciones.
La primera se presentó a finales de 2016, en la Galería Lilliput, y fue titulada Lo nuevo es lo olvidado. Allí, incluyó dibujos a bolígrafo, plumón y en color digital y acuarela, así como una guitarra intervenida con plumón diez años antes.
La segunda fue inaugurada a mediados de 2017 en la Alianza Francesa. Por debajo del agua, como la nombró, reflejaba su faceta en pintura, video, animación y collage. Y quizá este sea el antecedente más directo al trabajo en NFT que desarrollaría años después.
La tercera se exhibió a mediados del 2019 en el Teatro de la Ciudad, y la nombró Notables: cómics sobre Puebla. Allí presentó su trabajo como caricaturista, que hasta entonces se había exhibido sólo en su propio sitio y en los portales de noticias Lado B y La Jornada de Oriente.
La cuarta ha sido, finalmente, Reglas para una lluvia de ideas, la compilación de su trabajo más personal.
EL TRAZO Y LOS OJOS
Frente a los dibujos sueltos colocados uniformemente sobre los muros de la sala, la más reciente exposición de Luis Ricardo creaba una idea de continuidad. Como atisbar el diario de una persona cuyo lenguaje no está cifrado principalmente en las palabras, sino en los trazos, en la sucesión de la tinta sobre el papel.
Y en esa sucesiva cuenta de los días había lo mismo mapas conceptuales que ideas, citas, apuntes y ojos, sobre todo ojos.
La curadora María Eugenia Jiménez cree que eso puede ser resultado de su formación como cineasta. “Quizá por eso los ojos de sus personajes son lo único que se mantiene preciso en medio de un caos de líneas. Y, más que ojos, la mirada. Las expresiones de sus personajes son los que están dándose cuenta de algo y eso los hace tan interesantes”, propone.
Luis Ricardo considera que la miríada de ojos que puebla sus dibujos quizá se deba a que fue una de las primeras cosas que aprendió a dibujar, antes del cine y de su formación como docente y antes de todas las otras cosas, cuando sólo era un estudiante de preparatoria.
“Los ojos me parecen muy importantes. En 2010, mi psiquiatra me dijo algo sobre la mirada, dijo que las personas que tienen depresión suelen dibujar personajes que no están viendo al frente. Eso me interesó mucho, porque yo en ese momento estaba deprimido. A partir de entonces me pareció importante que los ojos de mis personajes nos vieran”, explica.
La exposición Reglas para una lluvia de ideas se complementaba por un papel tapiz que Luis Ricardo dibujó in situ, y que a distancia daba la impresión de ser un códice o un trabajo cartográfico en el que los personajes están engarzados de la lengua a los esfínteres.
La sala incluía la proyección de tres piezas de arte digital, la vía que Luis Ricardo ha encontrado en los últimos años. En el mercado de los NFT, el artista observa algunas ventajas en comparación con el mudo del arte tradicional o análoga.
“A mí nunca me ha gustado el medio o la comunidad artística, tampoco me ha interesado vender en las dos o tres galerías que hay y, hasta este evento, tampoco me interesaba exponer. En el mundo digital me siento más cómodo, es mucho más impersonal y, hasta cierto punto, anónimo”, dice.