Por: Angélica Barrera
Durante este confinamiento, una casa, un cuarto propio ¿pueden de verdad ser un lugar seguro? Hace unos meses, por medio de la aplicación Bookmate leí Un lugar seguro escrito por Olivia Teroba.
A través del ensayo literario la escritora habla en primera persona sobre el cuidado y la construcción de un espacio externo e interno, pasa del espacio público hasta la habitación propia, haciendo una referencia a la obra de Virginia Woolf.
En días anteriores, la editorial Paraíso Perdido ofreció descuentos en la mayoría de sus libros, no dudé de hacerme del libro en físico. Justo cuando inició la segunda fase de confinamiento, el libro era entregado en mi puerta.
Resultó una relectura acogedora: tras varios días encerrada me emocionaba interactuar unas palabras con alguien. Olivia me recordó ese espacio seguro que tanto busqué en la escritura, en mis amigas, en mí, en propiciar mi cuerpo como un lugar habitable.
Ese espacio seguro que va mutando día con día y que en estos momentos es necesario construir para mantenernos a salvo.
Durante los diez apartados del ensayo ganador del Premio Emmanuel Carballo 2018, como lectora, fui redescubriendo esas situaciones de violencia que como mujeres hemos vivido; desde la trata de personas en Tlaxcala, feminicidios en México, hasta la represión editorial y la búsqueda de espacios para la escritura de mujeres.
Sin duda, Un espacio seguro es de esos libros que parecen estar escritos para esta contingencia.