Iván Madrigal es un escultor y pintor impresionista de arte abstracto. Desde pequeño imaginó e idealizó el mundo que lo rodeaba, el cual poco a poco se complejizaba mientras crecía, hasta percibirlo lleno de contradicciones e incompleto.
A pesar de haber mostrado habilidades en su niñez, fue hasta la carrera de arquitectura que retomó con fuerza y anhelo su esencia artística para encontrarse a sí mismo de frente al mundo.
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LA ARMONÍA EN LO OPUESTO Los elementos del arte clásico se funden con objetos que critican al mundo actual, lo que genera una simbolización jocosa, propia.
Entonces comenzó a explorar el arte desde su perspectiva curiosa e irreverente, con el fin de criticar el ego que nos aparta de la verdad de la vida: el amor.
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Su obra representa dualidades, elementos abstractos, vaporosos y al mismo tiempo concretos que nos hacen entender la realidad como un contraste de contextos que no siempre hacen visible la verdadera naturaleza del ser.
Así, su perspectiva crítica deviene de la necesidad de su ser por la búsqueda de la felicidad. De manera espontánea e irreverente, en su obra se pueden encontrar como componentes principales: el descubrimiento de sí mismo, la crítica hacia las falsas creencias que nos apartan de la felicidad, la exaltación del ser y el gozo que produce el amor.