Encarnan a los chicos vueltos soldados actores con vida totalmente distinta a sus personajes en la película de Ricardo Arnaiz en Cinemex
Mario Galeana
Fotos: Cuartoscuro, Agencia Enfoque y Especial
Juan Escutia lleva trenzas y una gabardina verde olivo estampada con mazorcas doradas que hace juego con sus tenis blancos. En lugar de una bandera, sobre el pecho le cuelga una gruesa cadena de oro que, junto al resto del atuendo, lo hace parecer un cantante de corridos tumbados.
Los demás no desentonan. Agustín Melgar lleva mocasines rosas. Miguel Miramón viste un traje azul cielo con más cadenas. Francisco Montes de Oca trae Nike blancos. Por donde se mire, hay sacos con hojas lanceoladas, torsos descubiertos, zapatos de colores chillantes y apenas un par de camisolas militares que hacen recordar la gesta del Castillo de Chapultepec.
Los Niños Héroes han encarnado en un grupo de centennials que jamás conocerán el olor de la pólvora en un rifle. Algunos son apenas unos chiquillos, como lo eran los cadetes que representan en Héroes, la película que reconstruye las hazañas de un puñado de adolescentes convertidos en soldados.
El preestreno de la película del director Ricardo Arnaiz, quien hasta ahora se había caracterizado por dirigir y producir largometrajes animados, asoma una cruel paradoja entre las juventudes y las infancias marcadas por la guerra.
Los Niños Héroes que pelearon durante la madrugada del 13 de septiembre de 1847 no eran más que un grupo de chicos adiestrados para luchar en combate, armados con bayonetas y balas de plomo.
Los actores que interpretan a estos personajes son influencers, cantantes, estudiantes e hijos de celebridades; graban tiktoks, son embajadores de marcas, hacen sus comienzos en la actuación.
Los tiempos cambian. Seguramente para bien.
El director de Héroes sostiene que, en el fondo, la historia de aquellos cadetes que perdieron la vida debe hacer sentir orgullosos a los mexicanos.
“Habla sobre el valor de los mexicanos, sobre su sueño y sobre lo que queremos y podemos conquistar. Desde el principio, esta película tuvo esa intención de hacer algo bueno por la juventud, identificar algo positivo, algo heroico, pensar qué sucede cuando unos muchachitos están envueltos en algo extraordinario”, explica.
El preestreno de la película en Puebla sucedió el miércoles pasado en el auditorio del Complejo Cultural Universitario (CCU) de la BUAP, un día después de que se estrenara en el mismo Castillo de Chapultepec.
El largometraje de alrededor de hora y media de duración se exhibe en cines nacionales desde el jueves y en Estados Unidos a partir del viernes 15.
A la alfombra roja del preestreno, que estuvo precedida por una lluvia torrencial, asistieron distintas personas del mundo artístico y político de Puebla, incluido el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien cobijó a Ricardo Arnaiz llamándolo “un hombre inspirador”.
“El civismo, el orgullo y la identidad es algo que no debemos perder. México tiene miles de historias que deben recordar nuestro origen y que nos permiten entender cómo se han ido construyendo las instituciones al paso de los años”, pronunció.
Antes de la exhibición, el coro sinfónico de la BUAP y un ensamble de la Orquesta Sinfónica del Estado interpretaron la suite que compusieron para la película, una pieza de tintes épicos que sonoriza el fatal destino de los niños vueltos soldados.
La película comienza con un grupo de chicos agazapados durante aquella madrugada del 13 de septiembre, escondidos mientras uno de sus compañeros es ejecutado por un soldado estadunidense.
Su estructura se traslada entre aquella noche y los meses previos al combate, mostrando la cotidianidad de los cadetes, entre los días de entrenamiento, las tardes de pompa en el Colegio Militar y sus escarceos amorosos con chicas a las que clandestinamente visitaban en los conventos.
Es justamente la narración previa al combate lo que perfila las personalidades de algunos de los cadetes.
No sólo de los más conocidos, como Juan Escutia, interpretado por el influencer Tavo Betancourt, sino de algunos otros personajes que no alcanzaron su lugar propio en las páginas de la Historia, a pesar de que ellos mismos fueron sus escribanos.
Como el mismo Miguel Miramón, quien llegó a ser presidente y en la película es interpretado por Roy Verdiguel; o el poeta José Cuéllar, autor de la crónica más citada sobre esa madrugada y encarnado por Patricio Zamora.
El director Arnaiz dijo previamente que la intención de la película es rescatar esas historias: “Si vas al Castillo de Chapultepec, es decir, al museo, hay unos obeliscos en donde están inscritos los nombres de los cadetes caídos que todos conocemos y de los sobrevivientes. Curiosamente, nadie habla de los que sobrevivieron, a pesar de que fueron muy sobresalientes”.
Si en algo insiste Héroes es en reforzar el vínculo que existía entre todos aquellos chicos marcados por la guerra. Cadetes que, a pesar de sus diferencias y antagonismos, se consideraban hermanos.
Hijos de una sola patria.