Mario Galeana
Los libros y las fotografías están hechos para mirarse, tanto como para sentirse. El problema es que la producción editorial y visual se enfoca, sobre todo, en el primero de estos atributos y desaprovecha el segundo.
Un grupo de 80 niños, niñas y adolescentes con discapacidad en Puebla experimentaron a lo largo de cuatro meses para recuperar la segunda condición de estos dos lenguajes artísticos.
El proyecto se realizó entre octubre y enero pasados, y forma parte de un programa llamado Territorios abiertos para el arte, enfocado en las instituciones de cultura de México para generar espacios creativos que posibiliten el desarrollo de infancias, con y sin discapacidad, a través del arte.
Los infantes y adolescentes colaboraron en dos centros de atención múltiple (CAM) instalados en la ciudad de Puebla con el Laboratorio de lo invisible, un taller de creación audiovisual dirigido a personas con discapacidades sensoriales.
Durante todo ese tiempo, los niños participaron en talleres de danza creativa a cargo de la maestra Miriam Aguilar Casas; en laboratorios creativos de fotografía y cine, a cargo de Dana Albicker, Moisés García y Jorge Lanzagorta, de Laboratorio de lo invisible.
Dentro de esos laboratorios, realizaron fotografías en las que pintaban con luz, postales sonoras y un cortometraje.
“Las fotografías están intervenidas por los niños y las niñas de cada CAM, y una vez que lo hicieron le explicaron a sus compañeros cómo debían leerse. Ahí sucedió la accesibilidad de esas fotografías. Fueron sus cuerpos, sus movimientos, sus fotografías y el hecho de compartirla con sus pares”, explicó Moisés García.
La capitulación de este proyecto fue la publicación de El bolso, un libro infantil escrito por María José Ferrada e ilustrado por Ana Palmero Cáceres, que fue reeditado por la Dirección de Fomento Editorial de la Secretaría de Cultura para hacerlo accesible a infancias con ceguera o debilidad visual.
“El bolso es un libro en braille que recuerda a sus lectores que cuando el entorno se mezcla con la imaginación, los objetos más cotidianos son capaces de cobrar vida poética. En el CAM se imprimieron algunas páginas del libro para realizar actividades de mediación de lectura a través de sus texturas”, explicó Beatriz Meyer, directora de Fomento Editorial en Puebla.
El libro recibió recientemente el premio especial del jurado en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, Italia.
El jurado resaltó que “la alegría de este libro radica en el ritmo lírico del lenguaje que corresponde a las imágenes táctiles y al texto sucinto; los gráficos esenciales y el braille transforman un formato común en un libro fascinante que celebra lo cotidiano”.
El bolso será distribuido entre las infancias del resto de los CAM de la ciudad. En tanto que las fotografías y postales intervenidas se encuentran en la Casa de la Cultura, pero serán expuestas en otras sedes.