Jesús Peña
“Está usted detenido por faltas a la autoridad”.
De inmediato se armó la rechifla, lloviendo palomitas de maíz y cacahuates. Las mentadas de madre no se hicieron esperar, el público quería más de sus ocurrencias, de su improvisación, de cómo te comentaba las noticias del día y la forma satírica en que se burlaba del gobierno.
Desde que Palillo ponía un pie en el escenario, ya fuera en un pequeño teatro o en una carpa, la Policía del Distrito Federal estaba pendiente de esa orden.
—¿Pues qué hizo? —Le pregunté siendo muy niño a mi abuelo Federico Fernández, sobre el día en que años antes asistió a una función de Jesús Martínez Rentería.
—Montó una escena en donde a él y un amigo los asaltan, entonces el otro actor le dice que deben llamar a la policía y Palillo responde: ¿Para qué? Si ya nos robaron, ¿qué se va a llevar la policía?
El público estaba a las carcajadas cuando entraron los oficiales. Era un grupo nutrido, porque se trataba de intimidar también a la gente, que muchas veces los encaraba para tratar de evitar que se lo llevaran.
Sí hubo algunos envalentonados, que trataron de sacar a los policías, pero tras unos golpes de macanas y el amague de utilizar algo más, los ánimos se diluyeron. Palillo bajó del escenario y el espectáculo acabó por ese día.
Poco tiempo estuvo en el escenario, pero valió la pena el boleto. Eran tiempos en que no se toleraba la crítica al gobierno, no importaba si era de un intelectual, de un político de oposición o de un cómico.
Pero lo que hacía en el escenario era humor fino, te reflejaba lo que pasaba en México, lo mismo criticando al gobernante que al empresario abusivo y, sobre todo, incitando a la gente a defender sus derechos.
Cuánto poder de convocatoria tenía, que muchas veces se presentaba a dar una función con un amparo bajo el brazo. De hecho, exhibía el documento al principio para que quienes debían darse por enterados, supieran que no podían arrestarlo.
(Hasta aquí la breve anécdota del abuelo).
EL HOMBRE Y EL PERSONAJE
La libertad de expresión en México, especialmente en el rubro de la sátira política, no se podría entender sin Jesús Martínez Rentería, actor también conocido como El Rey de las Carpas, que por sus críticas pisó varias veces la cárcel y de quien el jueves pasado fue aniversario 110 de natalicio.
En 1982, durante una entrevista televisiva con el periodista Ricardo Rocha, Palillo recordaría que justamente esa rutina le valió su tercer arresto.
“Me llevaron a la sexta demarcación, donde esa noche dormí en el mismo catre que ocupó Gregorio Cárdenas, que mató a muchas mujeres y luego fue muy aplaudido en la Cámara de Diputados”, recordó en ese momento, arrancando la risa del comunicador.
Fue un pincelazo de oportunidad. Y genialidad.
En pocas palabras, el actor vinculó su experiencia a la del multihomicida para burlarse de un sistema político capaz de alabar a quien comete atrocidades.
Gregorio Cárdenas, quien además practicó la necrofilia con sus víctimas, cometió los delitos en 1942 y se le conoció como El Estrangulador de Tacuba o El Carnicero de la Tacuba.
El 8 de septiembre de 1976, el presidente Luis Echeverría Álvarez lo volvió una celebridad, al declarar “su rehabilitación social” y concederle un indulto, al tiempo que un juez determinó que no fue legalmente responsable de sus delitos porque padecía enfermedad mental.
Después fue invitado a un homenaje en la Cámara de Diputados, donde sería presentado como un ejemplo de la rehabilitación y reintegración social, entre los aplausos de los legisladores. El criminal murió en 1999.
“¿En qué hemos progresado, como país? El tiempo avanza, pero eso no es progreso. Este año cumplo 50 de estar en los escenarios; comencé señalando las mismas cosas que hoy estoy denunciando”, comentó en esa entrevista.
Y agregaba en ese momento: “En lo que sí hemos avanzado es en libertad de expresión. Llevo dos sexenios hablando de lo que antes no podía hablar y no tengo problemas”.
Palillo se definía como un amante del box, de las apuestas y de las Chivas del Guadalajara, llegó a apostar por el rebaño sagrado un auto y lo perdió. Media vida hizo apuestas de ese tipo.
Pero explicaba que sólo había una cosa que verdaderamente le daba satisfacción: “Ver perder al América; entonces siento la felicidad más grande de mi vida”.
Confesó que nunca incursionó en la política, porque con lo apasionado que era habría incendiado el Congreso de la Unión con su primer discurso, por eso prefería la curul de la comedia, donde la gente se ríe primero, pero después piensa y despierta.
Su larga trayectoria se debió a que sus funciones eran únicas, pues cada mañana se despertaba para ver los diarios, informarse y adaptar los casos en sus funciones vespertinas.
Ricardo Rocha le preguntó por la candidatura de Rubén El Púas Olivares por una diputación federal, a lo que Palillo contestó:
“Pobre muchacho. ¿Qué va a hacer allí? Cuando voten una ley, ‘¡salud!’ es lo que va a decir. Imagínese si lo nombran para contestar el informe del presidente, sólo va a decir ‘buena rima, Tacho, buena rima’. Sería horrible eso”.
Jesús Martínez Rentería, quien vio la luz en Guadalajara, Jalisco, el 13 de abril de 1913, falleció el 11 de noviembre de 1994 en Ciudad de México, a los 84 años de edad.