La memoria colectiva recibe un tributo especial en las letras de esta autora, ganadora del premio nacional José Luis Martínez
Mario Galeana
La madre de la escritora Georgina Moctezuma solía describirle la existencia de un antiguo jardín en el Barrio de Santa Anita, en la ciudad de Puebla.
Lo llamaba el jardín de los ídolos.
Se trataba de un bosque que en el centro contenía un estanque y, en torno a él, fresnos, eucaliptos y árboles de pirul se solazaban con el viento.
Lo que más impresionaba a Georgina de aquella anécdota era la presencia de pequeñas estatuas de piedra, ídolos prehispánicos que yacían enterrados en el suelo y que, según su madre, eran auténticos.
En la búsqueda de aquel espacio idílico, trazado a partir de la memoria, Georgina Moctezuma desenterró otros sitios de ensueño en la Puebla barroca. Lugares evocados por el recuerdo o descritos sólo en el legajo de algún archivo preservado a través de los siglos.
De esta experiencia mística y a la vez documental se desprende El jardín de los ídolos, libro ganador del Premio Nacional de Ensayo Joven Losé Luis Martínez 2022.
Publicado un año después por el fondo editorial Tierra Adentro, el libro se compone de cinco ensayos literarios en los que la autora desvela algunos de los secretos mejor cuidados de la ciudad.
Por ejemplo, la existencia de una cámara oculta en los muros labrados de la Capilla del Ochavo, de la que Moctezuma supo a partir de su trabajo como archivista en la Catedral de Puebla.
O la edificación de un ídolo de piedra ubicado en la parte trasera de la iglesia dedicada a Juan Bautista, en el barrio de El Alto, un sitio en el que alguna vez estuvo instalada una horca.
“No tenía interés particular en dar a conocer la ciudad, pero soy muy consciente de que no conozco otra. Aquí nací y aquí he vivido toda mi vida. En general, cuando quiero escribir, en lo que pienso es en el centro de la ciudad”.
Lo expuso la autora recientemente en la Feria Nacional del Libro de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Pero más que una crónica, o un relato historiográfico de la ciudad, El jardín de los ídolos es una historia personal, un tributo a la memoria colectiva.
A través de su propia experiencia de vida, Moctezuma encuentra la forma de trenzar sus recuerdos a los de distintas mujeres, desde su abuela y su madre, hasta las reclusas de los conventos de Santa Inés y Santa Catalina que se amotinaron a mediados del siglo XVIII.
En ese catálogo de recuerdos, la autora los suyos. Y la ensoñación por el pasado contrasta con su descripción sobre el sismo del 19 de septiembre, sus historias sobre desamores, la tarde en que, farmacia por farmacia, buscaba Misoprostol para inducirse un aborto.
“Elegí el ensayo literario porque te permite recuperar ciertos lenguajes que pueden estar más cercanos a la poesía; nos permiten experimentar una realidad a través de una visión mucho más sensible y reflexiva. Es un género difícil de conceptualizar, pero fácil de leer, aunque como lectores podamos ser más cercanos a otra narrativa, como la novela”, explicó.
El jardín de los ídolos se desprende la tesis que realizó durante su maestría en Letras Iberoamericanas por la Universidad Iberoamericana de Puebla, que pretendía desarrollar a qué se refiere en el presente el concepto de una ciudad barroca.
“La identidad de la ciudad parece que se va haciendo mucho más compleja con cada década. Ahora, por ejemplo, identificamos el centro histórico como algo homogéneo, pero en su momento los barrios tenían sus propios rasgos, sus orígenes; eran poblados por gente de Tlaxcala, de Huejotzingo, de Tlatelolco”, apunta.
Una ciudad que, en su paso, hace desvanecer los antiguos jardines de ídolos para convertirlos en tierra fértil para la ensoñación.
“Eso valoro del jardín de los ídolos, un lugar que no conozco y que siempre ha sido para mí un cuento de hadas. Si realmente existiera en el presente, ni siquiera entraría. Me interesa su fantasía, no la posibilidad de que exista”.
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