Por Mar Picazo
Fotos: Cortesía de Sandra Reyes
La titiritera Sandra Reyes Rodríguez jamás pensó que su gusto por los textiles, que nació desde su infancia con la máquina de costura de su abuela, la llevaría a crear muñecas que tendrían una función social o terapéutica.
La también diseñadora recordó que sus inicios en el arte textil fueron en el teatro, pero los trabajos de costura terminaron por agotarla.
Tuvieron que pasar 15 años antes de que la artista se reconciliara con los textiles y empezara a vislumbrar su encuentro con las muñecas.
“Encontré a una amiga en Xalapa, Mayra Reyna, fue en un encuentro de titiriteros. Ella estaba dando un taller de muñecas de tela, vi su trabajo y me enamoré. A partir de eso empecé a hacer una exploración, pero la iniciaba, la dejaba y la retomaba.”.
Fue en Monterrey donde la artista descubrió la función social de las muñecas.
“Lanzaron una convocatoria sobre el arte de las muñecas, el tema era sobre migrantes. Yo mandé mi propuesta y fue seleccionada, y expuse dos piezas, y de ahí me clavé mucho más en las muñecas. Y desde hace siete años no he parado”.
CATÁRTICO Y LIBERADOR
Sandra participó en un taller con el “Colectivo de madres en búsqueda de Coatzacoalcos”, lo que significó para ella una confrontación personal.
“Yo decía ¿qué hago acá? Ellas están sufriendo un montón y yo no estaba enterada de todo esto. Me sentía fuera de lugar”, recuerda.
La activista dijo que pensó en hacer una obra de títeres, pero después ideó el taller de muñecas.
Reyes pidió a los participantes algunos requisitos estéticos a la hora de crear las muñecas y era que estos fueran de algodón y que se emplearan tres colores: rojo, negro y el manta.
“El último día les pedí llevar un elemento de su familiar desaparecido: un collar, una fotografía, un pedacito de camisa, un botón para que se lo colocaran a su muñeca para terminarlo. Fue muy catártico, pero también liberador”, expresó y añadió: “el arte es político, el arte tiene que gritar lo que está pasando de otra manera, pero gritarlo”.
Luego del taller las muñecas serían expuestas en plazas públicas.
Reyes Rodríguez rememora que junto con las madres de los desaparecidos se unió a una búsqueda.
“Fuimos a una búsqueda con ellas. Ellas hicieron unas varillas que tienen una tuerca, una especie de tornillo gigante, ese tornillo se entierra en la tierra y cuando se saca se huele para saber si huele a carne putrefacta. Y es desesperante, porque quieres buscar en todos lados donde hay indicios. El arte es político, el arte tiene que gritar lo que está pasando de otra manera, pero gritarlo”
GENERADORA DE SUEÑOS
Con la pandemia de la COVID-19, Sandra padeció el aislamiento. Acostumbrada a las presentaciones y viajes, el encierro la rebasó. Empezó a decaer.
“Me fui al hoyo, me deprimí muchísimo. Entonces tomé terapia y en esa empecé a drenar todo lo que estaba sintiendo.
Las muñecas han llevado a la artista a la creación de otros proyectos, le han abierto otras puertas y dice que la parte más noble ha sido la de generar sueños.
“Tengo muñecas que nunca vendería, pero si alguien me hace un pedido de una muñeca, no genero apegos. Sé que le cumplo el sueño a alguien e incluso ya la quiero terminar para que la vea y la quiera, es una onda de generar sueños. Es un sueño compartido”.