Por: Mariana Flores
Es pan. Muy dulce. Relleno de coco y crema pastelera o nata, bañado en dulce de pepita, va al centro de la mesa.
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Uno para todos los comensales. Espera turno detrás del platillo estelar, el chile en nogada, y lo acompaña en la celebración de sus primeros 200 años de existencia.
Es el mollete poblano, cuyo origen se bifurca en el acompañamiento para el chile en nogada y el dulce para conmemorar, el 11 de agosto, a Santa Clara de Asís.
Las confiterías de dulces típicos más antiguas de Puebla guardan el secreto de ese ingrediente extra que logra el sabor inigualable del mollete.
La receta “general” expone una masa de harina de trigo, levadura, azúcar, huevo y una pizca de sal.
El relleno lleva vainilla, yemas de huevo, mantequilla, azúcar y leche. Existen variaciones con vino, pasas, nueces, frutas u otros ingredientes.
Terminado el pan, se cubre con el preparado de pepita, a medio camino del glaseado y el jamoncillo.
María del Rosario, en su negocio de dulces, se apega al relato de la festividad de la santa.
Conoce también la leyenda de que en casa de panaderos, en un intento de hacer pastel para celebrar el Día del Padre, que marca el inicio de la temporada de hechura y venta.
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