Mario Galeana
La tradición comenzó modesta mente: un solo coleccionista, algunas obras, dos artistas.
Sucedió a los años noventa. José Bayro y Robert Smith organizaron un coctel en casa para una sola persona que estaba interesa en adquirir obra. Los canapés y los tragos se prepararon en su cocina y las piezas fueron dispuestas a lo largo de la sala. Al terminar la velada, todo había salido estupendamente.
Ambos creen que quizá fue esa noche lo que motivó que se afincaran en Puebla a partir de entonces.
“Nos cayó el veinte de que era una forma de acercarnos a posibles coleccionistas y cada año lo hemos tratado de hacer crecer”, dice Smith. “Yo pensaba irme y seguir trabajando en México, pero llegó un momento en que Puebla me absorbió. Muchos amigos coleccionistas que me apoyaron”, recuerda Bayro.
El coctel, desde entonces, es una tradición en el estudio que comparten. Un evento que se ha realizado ininterrumpidamente durante los últimos veinticuatro años y que ha llegado a reunir a más de 250 personas invitadas.
La noche de este jueves pasado, el coctel fue organizado para 100 personas, entre coleccionistas y amigos de los artistas.
Cada año, Bayro y Smith procuran la elaboración de una pieza central para la exhibición.
Esta vez, el centro de la velada fue un gobelino de algodón egipcio y lana de Nueva Zelanda en el que fue tejida la reinterpretación de una pintura de Bayro titulada Piágoras y sus amigos.
La pieza fue elaborada a lo largo de ocho meses en dos países distintos, China y Estados Unidos, y el detalle forjado por la traza de cada hilo sorprendió a los invitados.
“El cuadro en el que está inspirado es, a su vez, una reinterpretación de Las hilanderas de Velázquez, pero en el formato Bayro, es decir, con una serie de personajes que aparecen en mis pinturas, con colores y con la descomposición de las figuras”, explica el pintor nacido en Cochabamba, Bolivia.
El gobelino se convirtió, asimismo, en una amalgama entre los trabajos de ambos. Entre los lienzos y las esculturas de Bayro, y el trabajo textil y fotográfico de Smith, que preparó una muestra de 25 piezas elaboradas a lo largo del año.
“La obra que estoy presentando tiene más color que en mis primeras piezas y estoy empleando una nueva técnica para mí, en la que tomo una foto, la imprimo en papel de algodón a color, la intervengo con elementos textiles, tinta china, lápiz, sangre y saliva y que – da algo muy mío”, abunda el artista nacido en Carolina del Norte.
Bayro, por su parte, completó la muestra con una colección de 200 piezas entre grabados, cerámicas, bronces y lienzos.
Y, sin embargo, en estos veinticuatro años de muestras para coleccionistas han acumulado obras que son intocables.
“En la pintura, son piezas que representan algo especial, por mis vivencias, por la frescura, por el logro del color”, resume Bayro. “Hay obras que tienen algo especial, exactamente. Textiles que uso y que, por ejemplo, pertenecían a las servilletas de tela que usábamos en la mesa. Hay textiles que tienen un significado importante, es difícil resistirse a no quedarse con ellas”, completa Smith.