Daniel Aguilar / Twitter: @Danny_aguilarm
Luego de tres intentos, al fin, el beisbol le hizo justicia a los Dodgers de Los Ángeles. Lo que le negaron los Astros y los Medias Rojas lo tuvieron ante las Rays de Tampa Bay, si bien este título es el primero del mánager Dave Roberts, recordemos que los dos intentos anteriores pasaron por la polémica.
El beisbol fue justo con los Dodgers, que simplemente fue el mejor equipo de la temporada, los azules se enfrentaron al campeón de la Americana y también el que tuvo el mejor récord del Joven Circuito. Esperábamos un Clásico de Otoño digno de lo que vimos; la sabermetría jugó un papel vital, pero esa es otra historia.
Insistiré en que, con sus malos manejos y todo, Roberts obtuvo por primera vez el título mundial que le negaron dos equipos que siguen en el ojo del huracán.
Podemos cuestionar la situación de la sabermetría y el manejo del nuevo beisbol, siempre va a existir esta polémica y es la nueva normalidad de “la pelota” –que no tiene que ver con la pandemia–, se quedaron atrás los toques de bola, las jugadas riesgosas, el jugar con el librito, parece que nos tenemos que empezar a acostumbrar a que esta situación ha dejado de existir. Y como dice Brad Pitt en Moneyball: “Adáptate o muere”.
Los Dodgers venían de una Serie de Campeonato frente a Atlanta y de un juego siete, digno de un dueño de matar o morir. Las Rays de Tampa Bay también lo jugaron ante los Astros y la mayoría queríamos que fueran los texanos frente a los de Los Ángeles para tener la revancha.
Pero fue Tampa Bay, que a mi parecer nadie le regaló nada, ellos no llegaron como sorpresa, tal vez su nómina tan baja en comparación con otros equipos hacía que mucho se atrevieran a decir que eran la “Cenicienta” de la campaña.
Claro que no, no fueron una “Cenicienta” ni mucho menos un “caballo negro”, para eso hubo otros equipos como los Marlins. Los de Florida estuvieron ahí porque fueron el mejor equipo de la Americana, porque de unos años para acá se le han indigestado a Yankees y a Boston con el protagonismo de la División Este.
Para México fue el escenario perfecto, veníamos de un juego cuatro, donde el país se sintió herido, todo el territorio nacional se sintió ofendido ante las decisiones de Dave Roberts, al japonés lo acusaron incluso de racista por el manejo que tuvo al sacar a Julio Urías faltando un out para aspirar al triunfo, pero el destino o concretamente el beisbol le tenían el escenario perfecto a Julio para el sexto juego.
Roberts ya había dicho que el mexicano no sería parte del juego seis, pensando en el juego siete, pero cuando la situación se dio, el zurdo se levantó a estirar el brazo, los Dodgers estaban arriba y venían de un excelente relevo del nayarita Víctor González, la combinación era perfecta. Julio se subió buscando nueve outs que terminaran con 32 años de sequía… el resto es historia.
México gritó, México lo cantó, México lo sintió suyo. El triunfo fue justo, sí, justo porque así es la pelota. Porque la vida es un partido de beisbol.
AH, LA SABERMETRÍA
Como dije iniciando la presente columna, debemos empezarnos a acostumbrar al nuevo beisbol, a la nueva normalidad de la modernidad, en Moneyball, que por siempre será mi película favorita, hay una escena la cual define lo que está sucediendo, cuando Brad Pitt le pregunta a Jonah Hill qué es lo que en realidad hace, él responde: “Hay una razón incomprendida en contratar jugadores por parte de los equipos, no debería comprar jugadores, deben comprar triunfos”, ahí es donde nació un método que alteró el sistema.
Sí, yo también crecí con el beisbol anterior, cuando iba al campo practicaba los toques de bola y ese tipo de cosas que se están perdiendo y están en extinción, pero por una sola razón. Hay un apoyo, ya será situación de cada equipo y de cada mánager si la responsabilidad se la dejan sólo a los números. Platicando con mi amigo Joe Meléndez, de los Acereros de Monclova, coincidimos en algo: el mánager está ahí por algo y no puede responsabilizar a 100% a la sabermetría, sólo es una herramienta, como lo han sido los scouts, los coaches o las estadísticas que las vemos todos y que las casas de apuestas usan para basar sus momios.
Es un trabajo que se ha especializado, no podría asegurar si hay mejores sabermétricos en un equipo o en otro, pero es tan subjetiva como tener un pitcher que ha ponchado a 10 bateadores en cada una de sus salidas, un mal día nos sucede y ese juego… Era de eliminación.
Hay quiénes juzgaron a muerte a Roberts por lo que hizo con Urías en el juego cuatro, incluso peor que Kevin Cash al sacar a Blake Snell cuando era un juego en el cual te ibas si lo perdías, y se fueron.
Cash tuvo un apoyo o pudo tener una corazonada, como también pudo haber tenido a su coach de pitcheo o el mismo pitcher pudo decir: “no voy más”.
La sabermetría es una especialización del trabajo que ya se venía realizando, la polémica es que ha tomado protagonismo en lugar de los mánagers, que son quienes ponen los dueños.
Si estoy a favor o en contra de la sabermetría y los números: estoy a favor de las estadísticas, ya que siempre han sido parte del beisbol. Los récords son números.
En lo que no estoy de acuerdo es que los dirigentes responsabilicen esa situación cuando ellos son los únicos que deben tomar esas decisiones. Cash la tomó, nadie lo obligó, él tuvo un apoyo, pero lo que existe en la sabermetría no es la verdad absoluta, el librito de hace muchos años se añora porque sirvió. ¿La sabermetría?
Aún no lo sé.
Tal vez un día al Moneyball le haga justicia el beisbol y al fin Billy Beane gane el último juego de la temporada.
También extraño las jugadas del librito, porque yo vi con coraje y también admiración a Dave Roberts robarle la base a Mariano Rivera y romper una maldición con el beisbol pequeño, pero al final, como lo dicen en el Juego de la Fortuna y lo he manejado en los últimos días, ante la polémica con Roberts y Cash se nos olvida que ellos sólo le deben explicaciones a sus jefes y a Dios, no a nosotros.