Por: Daniel Aguilar /Twitter: @Danny_aguilarm
Esta semana se cumplirán cuatro años del campeonato de los Pericos de Puebla en la Liga Mexicana de Beisbol. Es el último título profesional, hasta en el momento, en la ciudad, cuando los emplumados se impusieron a aquellos Toros de Tijuana, que un año después nuevamente se volverían a encontrar en la Serie del Rey.
Aquel 2016, la novena emplumada pasó por muchas cosas, desde cosas buenas como la remodelación del parque de los Hermanos Serdán, hasta las de incertidumbre, cuando a mitad de temporada, en la pausa previa al Juego de Estrellas, el mánager Matías Carrillo era despedido teniendo al equipo en la cima del standing.
Para nadie fue, ni será, un secreto el manejo de sus equipos por parte de Gerardo Benavides. Las formas del licenciado no son del agrado de todos, pero él había llegado a LMB con una sola misión: tener en su oficina la Copa Zaachila.
Desde la presentación del equipo, Joe Melendez ya se había encargado de ponerle al “Coyote” Carrillo un equipo contendiente, peloteros extranjeros con carrera en MLB y una base de mexicanos.
Los Pericos llegaban a la postemporada con dos movimientos que generaban incertidumbre. El cuarto abridor de la rotación era una incógnita y Alberto Carreón no iba de titular.
Y no se le podía discutir a Cory Snyder. Al cuadro que conformaba Daric Barton, Manny Rodríguez, Rodolfo Amador e Issmael Salas parecía no fallarle nada. En cambio en la rotación, Los Lara, seguidos de Héctor Galván requerían de otro as.
Luego de ir a Cancún y Mérida a quedarse con ambas series de postemporada que los llevarían a la Serie del Rey, llegó el momento. Previo a un duelo de la Final del Sur, Benavides Pape me lo confesó: “No quiero llamarles favoritos, pero si yo fuera el equipo de enfrente, no me gustaría enfrentar a estos Pericos”.
Era hora de enfrentar a los Toros de Tijuana y no sé si llamarlo destino, la vida o, simplemente, beisbol. Alberto Carreón volvió a las paradas cortas y a la rotación se unió Travis Blackley.
Orlando Lara se cansó de lanzar joyas para ser el más valioso, pero la pelota es caprichosa y no fue así. Los de la frontera venderían cara la derrota, fue entonces que al irse abajo en la serie y todavía por jugar uno en patio ajeno, surgió la figura del australiano: Madison Bumgarner.
Los Toros eran un equipo netamente ofensivo, a diferencia de Pericos que, desde la salida de Sandy Madera, ha carecido de un cuarto bate nato; un cañonero con natural para ser la médula del lineup.
Luego de la actuación titánica de Blackley, la novena verde hizo pesar el Serdán, se puso al frente de la serie y en el quinto juego, tres outs separaban a los verdes de la gloria frente a su afición. Sin embargo, como ya lo había hecho en la serie frente a Leones, Chad Gaudin falló, novena entrada de terror, dejaban vivir a Tijuna e iban a la frontera a completar la obra.
Mi admiración para el equipo y para Cory Snyder, pero debo hacer mención especial del talento que derrochó Beto Carreón en las paradas cortas, tanto que aquella noche del quinto juego, mi voto para el MVP de la Serie del Rey 2016 fue para el tapatío. Yo sé, que a pesar de fallar en un par de ocasiones, Gaudin cerraba los juegos de manera magistral ¿y cómo no? Si lanzó en las dos organizaciones más importantes de MLB, pero a decir verdad, quien bajaba la cortina y apagaba el incendio de los rivales era Deunte Heath, “El calor de Georgia” se reivindicó luego de que en la temporada regular cuando subía ponía su continuidad en el juego.
Entonces llegó aquel 14 de septiembre. El sexto juego culminaría el día 15 en horario de la Angelópolis. Los Pericos lo sabían, tenían que jugar por nota y no dejar crecer al monstro que tenían enfrente, necesitaban correr mejor las bases, el mal corrido fue un característica de ellos.
Las salidas en aquella Serie del Rey de parte de los Lara, Orlando y Mauricio fueron de calidad, y habrá quien las recuerde poco, porque en el segundo y sexto juego allá en el norte, se subió a lanzar un titán.
Regresemos un poco, durante la temporada y todavía estando “El Coyote” al frente del timón, recuerdo a ver visto en el lineup una nota que anunciaba que un recién llegado lanzador estaría disponible al día siguiente. Nunca olvidaré las palabras del mánager: “Oye, mañana vente a verlo. El australiano está bueno, está duro el cabrón”, tuvo voz de profeta.
Conocemos esa historia, donde volando por los senderos Morgan y Taveras me hicieron recordar aquella pareja de Juan Pierre y Luis Castillo de los Marlines 2003. Amador demostró ser un muro en la esquina caliente, no pasaba nada por ahí. Daric Barton hizo pesar su nombre en cada turno que tomaba de manera inteligente y Gaudin, completaba la obra, la pelota del out 27 terminaba en la mascota del ídolo de la afición, César Tapia coronaba una temporada de ensueño.
Era un equipo formado para ganar, no tenían otra misión y lo lograron. Al final se puede decir mucho, pero algo es cierto, el proyecto rindió sus frutos: al César lo que es del César.
LA CAZA DE OCTUBRE
Beisbol en octubre, sinónimo de Yankees.
Estamos llegando a la parte final de la campaña, con muchos escenarios: divisiones que se pelearán hasta el final como la Central de la Americana y equipos consolidados como Dodgers y los mágicos Atléticos que navegan tranquilos.
Octubre es el mes de la postemporada, hablar de pelota en otoño es pensar quién se medirá a los Yankees esta ocasión, que por tradición y obligación deben tener un boleto.
Los Bombarderos del Bronx empiezan a sacudirse el mal momento, sí, habrá quien diga que los Orioles no son parámetro pero por algo se empieza.
A la ofensiva poco a poco se integran la piezas de su lineup explosivo, DJ LeMahieu y Gleyber Torres le dieron color a esta ofensiva que llegaría a su punto máximo cuando regresen “El Juez” y Stanton.
Ya sólo falta ajustar el bullpen, la parte más vulnerable y que a inicio de temporada los ponía en la mesa como favoritos. Y es que en el papel tener un puente con Ottavino, Green y Britton para llegar al “Misil Cubano” Chapman, se lee de lujo. Pero no ha sido así, el mánager Aaron Boone debe trabajar más en eso junto con Gary Sánchez. En la rotación, los Yankees pueden confiar que en la primera ronda de playoffs le pueden pegar sin problema a Tampa Bay, sí, leyó usted bien.
Vamos por partes, la primera instancia de octubre es a ganar dos juegos de tres posibles ¿Por qué Cashman no se movió en la fecha límite? Porque implicaba dinero y ese lo tiene invertido ya en los dos primeros partidos de la postemporada. Creo que el gerente lo ha sabido siempre, tiene invertidos más de 50 millones de dólares en dos lanzadores para abrir los juegos 1 y 2. Gerrit Cole y Masahiro Tanaka tienen que hacer valer cada billete verde que se les paga, yo sé que con una cuarta parte de esa cantidad en su momento se podían conseguir dos Andy Pettitte, sin embargo, son otros tiempos y lo único que no cambia es sencillo, que ellos son los Yankees… Los malditos Yankees.