Tras su muerte, don Alejandro Trujillo pasó de ser figura del futbol poblano a convertirse en una leyenda, porque la herencia que dejó es imborrable; su recorrido, sus enseñanzas y, sobre todo, su récord de dominadas de balón perdurará por siempre.
De niño soñó con ser jugador profesional hasta que la tuberculosis lo atacó y le arrebató la posibilidad, pero no el amor por la pelota, por eso la tomó como guía y a base de dominadas construyó un legado que prevalece en Puebla.
Su habilidad para no dejar caer la esférica durante varias horas lo volvió una atracción, lugar que pisaba, lugar que se llenaba, por eso recorrió el mundo, por eso se rozó con las más grandes estrellas del mundo, en pocas palabras, se convirtió en el deportista poblano más distinguido de la historia.
SU ABUELITA LO REGAÑABA POR ROMPER SUS ZAPATOS
Fue en la década de los 40 cuando comenzó su amor por el futbol, pues siendo un niño ocupaba casi todo su día en estar pateando el balón, por lo que sus zapatos se gastaban muy rápido, algo que le provocaba los regaños de su abuelita.
“Tu papá trabajando para comprarte los zapatos y ve cómo los tienes, así me decía mi abuelita y me daba remordimiento y a veces me ponía de portero”, llegó a platicar don Alejandro en una entrevista.
Él lo tenía claro, su más grande sueño era convertirse en un jugador profesional y por eso comenzó a relacionarse desde una corta edad con el deporte, empezando por ser mascota de algunos de los primeros extranjeros que llegaron a México.
Conforme fue creciendo comenzó a buscar dónde jugar y se enroló con equipos amateurs, ya que para ese entonces el Puebla FC todavía no existía. Era bueno en la cancha, tenían pinta de que podía trascender, pero llegó la enfermedad que le cambió la vida.
LA TUBERCULOSIS CORTÓ SU CARRERA
Un día se comenzó a sentir mal, mucha tos, fiebre y un dolor intenso en el pecho, fue al médico y le diagnosticaron tuberculosis, por lo que le prohibieron seguir jugando futbol y parecía que el sueño se había terminado.
La tristeza lo invadía, ya no podía jugar, pero no se quería separar de su balón, ese compañero que tuvo toda su vida. El perfume del pasto de la cancha de futbol lo hizo acercarse al mítico Isidro Lángara, que al inicio de la década de los cincuenta llegó al Puebla que por entonces estaba en Segunda División.
Le pidió permiso para ayudarlo en los entrenamientos y el español accedió, por lo que ya era parte del club, chutándole a los porteros para que practicaran sus atajadas, esto aprovechando su gran técnica de golpeo.
“Si no hubiera sido por la tuberculosis hubiera llegado lejos en el futbol”, se sinceró Trujillo en una de sus charlas. Y tenía razón, porque él aprendió a jugar viendo a foráneos que estuvieron en la Angelópolis dando cátedra, uno de ellos, el argentino Ricardo Alarcón, a quien además le aprendió las dominadas.
ESTUVO EN EL PUEBLA, AMÉRICA Y CHIVAS
Ya sin la posibilidad de jugar, pero con la obsesión de ir dominando el balón a todos lados, don Alejandro tomó el puesto de preparador físico del Puebla, que todavía seguía en Segunda, para luego dar el salto a América y Chivas, en donde conoció a Salvador Reyes, considerado el mejor jugador en la historia del Rebaño.
“Era un deleite, para mí es el mejor jugador mexicano que he visto”, eran las palabras que tenía para Chava que fue parte fundamental de la época dorada del club Guadalajara a mitad del siglo pasado.
SESENTA AÑOS DE TRUJILLO SOCCER
Pero si el futbol se le había negado, quería enseñar a los más jóvenes para que cumplieran el sueño que él no pudo, por lo que empezando la década de los sesenta abrió la escuela de fundamentos básicos del futbol en Puebla a la que llamó Trujillo Soccer.
“Aprender para enseñar” era el lema con el que levantó la que ya es una institución dentro de la ciudad, que ha sobrevivido a la evolución del deporte y a la misma sobreoferta que hay, pues sus hijos han sabido mantener
la a flote respetando el prestigio que se ha ganado durante estos sesenta años de existencia.
Cerca de la calzada Zavaleta está la sede de la escuela matriz, aunque ya tiene varios espacios donde siguen enseñando a los más pequeños, además de que tienen su propia Liga donde generaciones de poblanos han jugado en algún momento.
ESTUVO EN OCHO MUNDIALES
Ya con la escuela en actividades, Trujillo rápidamente se convirtió en un fenómeno no solo a nivel local, sino que tomó tintes nacionales e internacionales por su habilidad con el balón, por lo que para el Mundial de Chile en 1962 fue invitado para presentar su espectáculo durante los entretiempos de algunos partidos.
Ese fue sólo el despegue del poblano, porque a partir de ahí se dedicó a acumular eventos, kilómetros recorridos y estrellas conocidas, alcanzando a asistir a ocho mundiales, siendo uno de los más recordados los de México 1970 y 1986, en los que estuvo en la inauguración.
EL RÉCORD
Para don Alejandro, el dominar el balón fue su forma de engancharse para siempre al futbol, pero también lo volvió su desestres, porque cuando fijaba su mirada a la pelota para evitar que cayera al piso, se olvidaba de todo lo que ocurría a su alrededor.
Y así podía estar el tiempo que quisiera, lo que le permitió quedar inmortalizado en el libro de Récord Guinness en el que registró la marca de trece horas haciendo dominadas, alcanzando un auge mundial.
Después su récord fue roto por sus hijos Rafael, Alejandro, Antonio y Willy, que alcanzaron las 23 horas, además de que impusieron nuevos manejando el balón en pareja y luego en grupo, y luego cambiaron dominando un balín.
SE GANÓ EL RESPETO DE PELÉ, BECKENBAUER Y MARADONA
Para entender la repercusión que alcanzó, basta con señalar que dio clínicas de futbol en diferentes partes del mundo junto a Pelé, mientras que el alemán Franz Beckenbauer supo de sus proezas ganándose su respeto.
“Una vez coincidí en Estados Unidos con Pelé y Beckenbauer y al decirles que era mexicano su primera respuesta fue: Alejandro Trujillo”, relató el comunicador Eduardo Mendoza en alguno de sus espacios.
La otra estrella que conoció los malabares del poblano fue Diego Armando Maradona, con quien compartió pantalla en el programa Siempre en Domingo en 1986 y al verlo dijo: “Si fuera fácil, eso cualquiera lo haría”.
COLECCIÓN DE 1,300 PLAYERAS
Como no podría ser de otra forma, convirtió su casa en un verdadero museo del futbol, pues ahí tenía cientos de balones y una asombrosa colección de mil 300 playeras, de las cuales dos eran sus preferidas.
La de Brasil y la de Santos, ambas con el dorsal diez, eran las más preciados para él, porque fueron un regalo personal de Pelé, para quien tenía una descripción muy peculiar: “Fue el mejor jugador de la historia, nadie ha tenido su técnica, ni ahora Messi ni Cristiano van a poder ser como él”.
Alejandro Trujillo era un mago con el balón, a veces parecía que lo tenía unido a su cuerpo con un hilo invisible, pero en realidad era la misma pelota que quería estar cerca de él, porque ambos se querían, uno no podía vivir sin el otro: “El futbol es mi vida y la pelota mi compañera” repetía cada que podía.