Carlos Negrete jamás se dio por vencido y conquistó su sueño. El inicio fue difícil, tras no lograr afianzarse en las Fuerzas Básicas de Puebla y Lobos BUAP, demostró que un poblano puede trascender y convertirse en un ídolo en el extranjero.
Si bien ya se retiró del ámbito profesional, el originario de Matzaco, comunidad ubicada en la Mixteca Poblana, sigue vinculado al futbol como amateur y como maestrante. Negrete tuvo influencia futbolera desde temprana edad gracias a su padre, ya que a él y a su hermano Brandon les inculcó el cariño por este deporte y los llevó a practicar desde pequeños, algo que le ayudó a potenciar sus cualidades.
A los 11 años esa percepción cambió ya que se integró a las Fuerzas Básicas del Puebla tras una visoría en un partido ante la filial atlixquense del Necaxa, a la cual pertenecía, pasando de entrenar cuando podía a la seriedad de hacerlo diario, implicando un traslado desde su localidad hasta la capital poblana.
“No recuerdo quién fue el que me invitó, pero ya después fui a las pruebas que duraron como una semana hasta que me hicieron la invitación formal para integrarme. La verdad fue un gran salto, porque pasé de estar jugando con mis amigos en Izúcar a ya pertenecer a una institución como el Puebla y ver todo ya más serio con el sacrifico que implicaba moverme todos los días desde mi casa”, dijo.
El proceso por el cuadro camotero tuvo una duración de seis años, siendo compañero de elementos como Sergio ‘Cherokee’ Pérez y Rodrigo Salinas. En esa etapa, su rutina era salir de la primaria y después de la secundaria en Izúcar para hacer un trayecto de hora y media hasta las canchas de entrenamiento.
Empero, la salida del doctor José Luis Arce, destacado formador de jugadores y entonces encargado de las Fuerzas Básicas poblanas, lo llevó a abandonar la institución en 2005. “Fue una etapa de mucho aprendizaje, estuve cuatro años ininterrumpidos donde la competencia que había me ayudó, pero hubo un problemita porque me hicieron una propuesta de irme a jugar a Jaguares de Atlixco, que estaba en Tercera División, entonces yo pregunté al doctor Arce si había problema y me dijo que no, que me iba a ir seis meses para foguearme. Pero cuando regresé, ya no estaba el doctor y había un nuevo directivo en las Fuerzas Básicas y ahí se generó la ruptura con el club”, recordó.
Lejos de desmotivarse, su familia y él buscaron una solución rápida para no frenar su desarrollo, por lo que se refugió en Lobos BUAP arribando al cuadro que jugaba en Tercera División, donde fue recibido por el profesor Virgilio López, uno de los pioneros en la Jauría.
Aunque alcanzó un buen rendimiento durante un semestre, no continuó en la institución y aprovechó sus cualidades para conseguir una beca deportiva en el ITESM Puebla, donde coincidió con uno de los emblemáticos en el futbol mexicano, Miguel Mejía Barón.
“En Lobos tuvimos seis meses muy buenos, pero luego hubo algunos problemitas con la Tercera División y no continué, así que ahí decidí meterme a estudiar, conseguí una beca en el Tec de Monterrey gracias a la invitación de (Miguel) Mejía Barón y estuve un año.
Después el propio Miguel me llevó a Pumas Naucalpan, que jugaba en Segunda División y ahí comenzó una serie de brincos en varios equipos de la categoría, me fui de trotamundos dentro del país, pero que me dejó varias experiencias”, apuntó.
DE AQUÍ PARA ALLÁ De 2007 a 2009
Negrete militó en tres equipos diferentes en la llamada Segunda División, que en realidad se trata de la tercera categoría del futbol mexica no. El balón lo llevó a vivir en Playa del Carmen para jugar en el Interplaya, en Ciudad Cooperativa Cruz Azul en Hidalgo, regresar a Puebla para enrolarse al Ángeles Comsbmra, club que perteneció a la empresa acusada de fraude años después.
“Esa etapa fue complicada, si bien el futbol es hermoso, te da vivencias y experiencias, también es bonito vivir cerca de tu familia, recibir comida y dar por sentados gastos que tú ni conoces, pero ahí tuve que salirme de mi casa para buscar el sueño, adaptarme a ciudades nuevas, el futbol te hace madurar de la noche a la mañana.
Firmaba con cada club por seis meses, no fue fácil y siento que ahí me faltó esa dosis de suerte y apoyo para poder trascender”, agregó. Sin embargo, entre tanta oscuridad le llegó la luz a Negre en 2009, cuando militaba en la escuadra financiada por la Comercializadora Mexicana de Servicios, Bienes, Médicos y Recursos Administrativos (Comsbmra) y sin tener ni la más remota idea de que tiempo después se le acusaría de defraudadora, aceptó el llamado de los dirigentes para sumarse al Plaza Colonia, equipo uruguayo con más de 100 años de historia.
“Cuando estaba aquí en Puebla en Ángeles Comsbmra, el equipo hizo una inversión en el Plaza Colonia de Uruguay, entonces me invitaron a mí y un compañero a ir a hacer pruebas y los dos aceptamos, pero unos días antes de viajar, el otro se bajó del barco, entonces fui al todo por el todo, llegué solo a un equipo con muchos jugadores ya mayores, yo con 21 años, y al principio me costó, porque allá se juga más al físico y yo apostaba más a mi técnica, entonces me fui adaptando y me terminó yendo bien”, comentó.
En 2010, le pidieron dejar el sur del continente para fichar por el Deportes Savio de Honduras, con el cual era contemplado para conformar un plantel que compitiera en la Primera División de aquel país, por lo que vivió una mudanza más.
“Acabando el torneo con el Plaza Colonia y con la intención de quedarme, me invitan a irme ahora a Honduras, y también me iba a ir con otro jugador que al final se rajó y lo mismo que en Uruguay, me tocó llegar solo. La situación fue más limitada que en Uruguay, tanto de presupuesto como de calidad en el equipo, peleamos el descenso y la presión era mucha. Ahí también estuve seis meses y acabando surgió un problema delicado extracancha y me regresé a México”.
Una vez pausada la travesía por el extranjero, el poblano regresó al país con su incesante búsqueda de un lugar dónde demostrar su calidad y fue el histórico exjugador del Puebla, Juan Alvarado, quien lo llevó al equipo de Ciudad Obregón, en Sonora, y al Ocelotes de la Universidad Autónoma de Chiapas, también en la Segunda División.
PANAMÁ, SUEÑO HECHO REALIDAD
Su descanso del futbol profesional se dio en 2012 para darle paso al regreso de su faceta como estudiante. El descanso no duraría mucho, pues en 2014 logró su regreso.
Carlos Ortega, nacido en Huauchinango y con experiencia en Lobos BUAP y Venados de Mérida, habló con él para una invitación que lo marcaría de por vida.
“Un día Charly me dijo: ‘oye, me habló tal persona que si me quería ir a Panamá y que podía llevar a alguien más y pensé en ti ¿cómo ves?’ Y yo le dije que sí, pero eso me lo dijo un viernes y querían que yo estuviera un lunes ya jugando allá”, precisó.
Así, en 2014 emprendió su viaje a Panamá para fichar por el Santa Gema, en los exámenes físicos no le fue tan bien, pero el buen ojo del técnico Ronny Rojo detectó su talento y lo contrataron.
“A Panamá llegué un domingo en la noche y las pruebas fueron el lunes al medio día, entonces imagínate el calor en Panamá y dos años sin jugar… cuando terminaron las pruebas yo decía ‘estos weyes me van a mandar a volar en dos segundos, pero al menos ya conocí Panamá’. Entonces cuando el técnico Ronny Rojo me llamó yo pensé que me iban a decir ‘gracias por participar’, pero él siendo un entrenador con experiencia en España, me dijo: ‘Mira, el futbol panameño te va a costar porque es muy físico y otro entrenador no te va a agarrar, pero yo vengo con la idea de jugar futbol, no sólo pegar patadas, así que te necesito’”.
Ese respaldo lo llenó de confianza y trabajó para recuperar su forma física, aunque hubo complicaciones, pues documentos para jugar en el extranjero se retrasaron y se perdió los primeros cuatro partidos, además las condiciones económicas y de infraestructura no eran las mejores.
“Un fin de semana llegó mi novia a verme, no estaba convocado para jugar y me fui a conocer la ciudad, pero en la noche antes del partido me habló Ronny para decirme que ya habían llegado mis papeles y que iba a ir a banca al otro día, entonces ya en el partido yo estaba temblando porque sabía que no estaba mentalmente preparado para jugar, me pone a calentar y me pongo más nervioso, pero me mete y me pasó lo que nunca, metí dos goles en mi debut con la derecha, que no la ocupo ni para subir al camión y fue el debut de ensueño, haciendo match con entrenador, afición y directiva”, señaló.
Después de un torneo a gran nivel, a nivel grupal no le alcanzó para llegar al objetivo de ascender y por si fuera poco, en el último encuentro sufrió una lesión importante que lo orilló a dejar el futbol una vez más. Tardó seis meses en recuperarse, periodo en el que tomó decisiones importantes, como pedirle matrimonio a su hoy esposa y finalizar su licenciatura en Comercio.
Pero el ámbito profesional le hizo una última llamada a su puerta, un telefonazo para volver a enrolarse con el Santa Gema de Panamá, con la promesa de darle mejores condiciones, todo con tal de que regresara al lugar donde se volvió ídolo.
“Un día me hablan de Panamá, se me hace raro, contesto y es el dueño del equipo (Santa Gema), me dijo: ‘Mi México cómo estás, oye quiero que te vengas de nuevo’; la verdad primero le dije que no, porque ya estaba en planes de boda, estaba estudiando y no quería sufrir lo que sufrí en mi primera etapa, pero me prometió mejores cosas y un mejor plantel, entonces platiqué con mis papás y con mi esposa, y al final me fui”, apuntó. Su decisión fue acertada, porque llegó a un equipo que se volvió protagonista, que la prensa panameña bautizó como el Matagigantes, en el que sus actuaciones le valieron el apodo del Messi del Santa y con el que logró el título de campeón, lo cual consideró como el desenlace perfecto para su vida de futbolista profesional.
“Llegó un técnico diferente al que había tenido en la primera etapa, jugadores muy buenos y comenzamos a tener buenos resultados, peleando arriba hasta que una vez un periódico nos nombró el matagigantes y ahí nos voltearon a ver todos.
Lo del Messi del Santa surgió porque así me puso el fotógrafo del club y todos me comenzaron a decir así, aunque se me hace una falta de respeto para cualquier jugador que te comparen con Messi. En el torneo seguimos avanzando y al final se nos dio el título y ahí fue cuando era el momento perfecto para retirarme, como campeón”, dijo.
Así se dio, ahora sí, el definitivo adiós al futbol profesional, pero no a ser futbolero, ya que los fines de semana sigue estando en diferentes canchas y torneos para sentir la adrenalina del juego, pero también encontró un lugar en las aulas, donde está por terminar su maestría en Dirección y Marketing y su tesis final está dirigida al análisis de las malas entradas en el estadio Cuauhtémoc en los partidos de local del Puebla.
“Jugar en la talacha es difícil, uno piensa que porque fue profesional va a ser como jugar contra niños, pero la verdad hay un buen nivel. Cuando me retiré me di cuenta que yo tenía una desventaja de años en el mercado laboral, entonces comencé a estudiar y ahorita estoy acabando una maestría en Dirección y Marketing y mi tesis final es un análisis de las bajas entradas en los juegos del Puebla como local, donde he podido identificar que el aficionado del Puebla es muy leal, pero en su satisfacción con el equipo influye mucho los resultados y como no son buenos por eso deja de asistir”.