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Daniel Aguilar Twitter: @Danny_aguilarm
Hace unos días se dio a conocer la nueva boleta de peloteros que buscarán ser inmortalizados en Cooperstown. Este tipo de procesos e incluso las elecciones de quiénes son exaltados terminan generando polémica.
Uno de los anotadores de la Liga Zaragoza, Juan Carlos Velázquez, siempre ha considerado mi opinión sobre los temas de pelota, lo cual agradezco. Me escribió y me hizo una de las preguntas que tanta polémica ha generado en las últimas décadas: si Fernando Valenzuela merece o no estar en el Salón de la Fama. Su pregunta fue concreta: “¿El Toro tiene los números para estar ahí?”
Tristemente tuve que responder: “Los números no”. Aquí entra el punto en el cual todos hemos debatido, con respecto a lo que sucede con Cooperstown, ¿es el Salón de la Fama o el Salón de los Números?
La estadística es parte del beisbol y es el primer requisito para ser exaltado, conozco las reglas, sé cuál es el proceso para elegir y ser inmortalizado. Sin embargo, sigo pensando que los procesos, e incluso los votantes, dejan lagunas que hacen que se genere esta polémica.
Fernando Valenzuela sí, no tiene los números que en teoría deberían de aplicar, pero tampoco es una situación de obligación, no es una regla, es simplemente un requisito estúpido.
¿A qué voy con esto? Si eres lanzador necesitas 300 triunfos y si bateas con 3000 hits o 500 cuadrangulares tendrás tu pase directo, aunque tu proyección con la afición haya sido tan gris como los uniformes de visitante.
Bajo este esquema, estos nuevos nominados me llevan a pensar si en realidad tendremos un exaltado, probablemente se rompa la racha de inmortalizados en su primer año, ya se ha dado el caso que ninguno convence a los votantes, podría ser la ocasión y se está dividiendo entre tres situaciones que quiero hablar.
La primera, los siempre relegados que tuvieron relación con el uso de sustancias prohibidas, aquellos que todos dicen están manchados sus números. Un caso concreto, Barry Bonds, aún con todo y el récord de cuadrangulares de todos los tiempos está a tres años de ya no ser elegido y decir adiós a la inmortalidad; no importando que ostente dos de los récords más imposibles en las Mayores.
Podemos sumarle a Roger Clemens, Andy Pettitte, Sammy Sosa, Manny Ramírez y por qué no a Gary Sheffield, quien tiene los números que tanto se han encargado de decir es un pase automático. Otra de las partes es el racismo –sí, se sigue viviendo en el siglo XXI–, Omar Vizquel es el indicado para poder ser exaltado en este año, pero sus números no son espectaculares, ya que bateando nunca fue un referente a la ofensiva, pero a la defensiva se topó en una época donde la Liga Americana contaba con grandes campocortos. Vizquel supo poner su nombre en las paradas cortas cuando Alex Rodríguez, Derek Jeter, Nomar Garciaparra y Miguel Tejada compartían la posición seis del Joven Circuito.
Por último, están los personajes grises que aparecieron en la papeleta, por el simple hecho de cumplir con el requisito de haber jugado más de 10 años en la “Gran Carpa”. Varios de ellos en su primer año, lo he dicho desde que lo exaltaron y perdón para los fanáticos de Cincinnati, pero Barry Larkin siempre fue un jugador gris, que las condiciones lo llevaron a estar en el Salón de la Fama. Me atrevo a decir que en esta ocasión Omar Vizquel y Todd Helton son los únicos que podrían lograrlo. Si no hay nadie tampoco me sorprendería. De ahí cuando alguien relacionado con el uso de sustancias prohibidas pueda abrir la brecha y ser inmortalizado tendrá que ser con todos, ese es el gran problema; si le toca a uno tendrá que tocarle a todos.
Volviendo al tema, El Toro merece estar en el Salón de la Fama y, si no se puede, cámbienlo al de los Números.
“EL IMPERIO DEL MAL”
Hubo una época de finales de los noventa e inicios de este siglo, en la cual los Yankees se ganaron el mote “El Imperio del Mal”, por el simple hecho de tener a la cabeza del proyecto a un magnate que no le temblaba la mano al sacar la chequera.
Lamentablemente, esos tiempos donde reinaba la oscuridad de los Mulos terminaron. Los del Bronx se han convertido en un equipo silencioso en las temporadas muertas, donde lo único que se esperaba era la bomba que lanzarían para la próxima campaña, el único equipo obligado al título campaña tras campaña no ha hecho nada en el mercado del receso de temporada.
Si bien todo han sido rumores para los 30 equipos y uno que otro como los Bravos de Atlanta al llevarse a Charlie Morton. ¡Es increíble que ni siquiera estuvo en el radar a rayas!
Los Yankees han pasado desapercibidos y han sido borrados del mapa en los últimos años. Es una falta de respeto al beisbol, a lo hecho por el pelotero e incluso a los fanáticos, el no dar el golpe sobre la mesa para retener a DJ LeMahieu.
Siempre lo he dicho, estoy en contra de los contratos multianuales, pero sí creo que “La Máquina” merece cinco años muy bien pagados con los Yankees. Difícilmente, el argumento de que no hay dinero sería válido o escuchar a Cashman decir que les venden diferente a ellos ¿Qué esperaba? Son la organización más importante en la historia de este deporte, todos les quieren ganar. ¿Por qué te venderían igual que a los demás? Sobretodo cuando llevan años con contratos lucrativos como el de Jacoby Ellsbury y hasta el propio Masahiro Tanaka. Qué se espera de una novena que se encargó de tener a los mejores jugadores y de reventar el mercado porque al final de eso se trataba el negocio de Steinbrenner.
Hablando de los contratos multianuales (que no sirven para nada), siempre he estado en contra de que los equipos hagan ese tipo de cosas, el único beneficiado es el pelotero. Habrá quien diga que no es mi dinero, pero tener un jugador por 10 años o más con una cantidad exhorbitante de millones de dólares no ha redituado en las ayores. Estadísticamente está comprobado.
Quienes tienen los contratos lucrativos más grandes en la historia difícilmente han logrado el anillo de Serie Mundial. Si revisamos, sólo Mookie Betts, Alex Rodríguez y Stephen Strasburg han hecho válida esa condición (Strasburg fue MVP), los demás ni siquiera se han acercado a tener a su equipo siendo protagonista como Mike Trout, Bryce Harper y Giancarlo Stanton.
En días recientes, la vida se encargó de poner en su lugar a Robinson Canó. El peor manejo de una carrera es la del dominicano desde que vimos decir adiós a Rodríguez Navarro, aquel segunda base que debutó con los Yankees y que muchos creímos que ya tenía seis temporadas de experiencia, se subió a un ladrillo y al igual que su compatriota y amigo Melky Cabrera echó todo a la basura.
Canó se convirtió en un mercenario que exigió a los Yankees un jugoso contrato, terminó en los Marineros firmando un contrato millonario para después decir que necesitaba le acercaran la barda o lo que le gustaría regresar a La Gran Manzana. A Canó le acaban de cantar el segundo strike de su carrera, 162 juegos de suspensión por uso de sustancias prohibidas. Volverá, pero su carrera no. A Robinson sólo le queda presumir su anillo de campeón mundial en 2009.