Margot Avelino sabe a la perfección que la vida es lucha, por eso decidió que la colchoneta de competencia sería su lugar preferido en el mundo y en donde ha podido destacar consiguiendo un campeonato nacional y un subcampeonato panamericano.
Practica las luchas asociadas desde los nueve años y hasta la fecha ha conseguido varios logros, aunque también ha tenido que enfrentar varias complicaciones, incluso llegando al punto de pensar en el retiro.
Alumna de la Licenciatura de Cultura Física, su más grande sueño es llegar a unos Juegos Olímpicos y si bien está trabajando para poder subirse al ciclo olímpico rumbo a París, a sus 18 años de edad su meta es llegar en su mejor momento a Los Ángeles 2028.
LUCHADORA DESDE LOS NUEVE AÑOS
Fue gracias al impulso de su mamá que la vida de Margot estuvo muy relacionada con el deporte desde pequeña, aunque cuando tenía nueve años conoció por casualidad la lucha y fue una conexión inmediata.
“Yo conocí la lucha a los nueve años porque mi mamá siempre estuvo metiendo mucha presión para que mi hermano y yo entráramos a algún deporte. Antes de las luchas practiqué karate un tiempo y natación, pero en una ocasión el entrenador que daba clases de educación física en la escuela, nos metió a un colchoncito de lucha y nos puso a jugar mucho, me gustó y me enteré que daba clases en las tardes, le dije a mi mamá que ese era el deporte que quería practicar, pero pensando en que era un jueguito y no era nada serio, pero ya después fue más técnica, fuerza, y competencia, todo eso me gustó de todas formas, así que decidí quedarme”, indicó.
Dadas sus cualidades y sobre todo el interés que le puso a la disciplina, apenas tres meses después tuvo su primera competencia y su primer gran triunfo a nivel infantil, algo que la impulsó a seguir entrenando.
“Empecé a practicar lucha en el Centro Escolar Comunitario del sur, pero sólo pasamos unos tres meses entrenando ahí antes de que comenzara a participar en competencias, en ese momento tenía nueve años y fue en Ciudad de México, gané un segundo lugar, luché todavía en categoría infantil”, comentó.
Las luchas asociadas se practican dependiendo la rama, pues en el femenil no existe la grecorromana, que sólo está permitida en el varonil. Las luchadoras pueden tomar cualquier parte del cuerpo de su rival a excepción del pecho. El puntaje dentro del combate se marca dependiendo de las acciones técnicas de cada atleta, un derribo vale dos puntos, una proyección cuenta cuatro puntos y la lucha se termina cuando una de las dos queda espaldas planas.
RESPALDO DE SU FAMILIA
Aunque se trata de un deporte de contacto, Avelino siempre contó con el respaldo de su familia, que respetó desde un principio su decisión de convertirse en luchadora, lo cual ella lo tomó como un juego en un principio, pero después aprendió a darle su respeto necesario.
“Mi familia siempre ha respetado mis gustos, a mí siempre me han llamado la atención los deportes de contacto, entonces mis papás me dicen que como defensa personal me sirve mucho, por eso no tuve problema de que el deporte sea rudo, lo asimilé bien porque a pesar de que pensé que era puro jueguito, cuando aprendí la técnica y cuando fui a mi primera competencia vi que era un deporte muy serio”, expuso.
Por eso, su crecimiento fue acelerado y apenas con diez años de edad, compitió en su primer Torneo Nacional Infantil, en el cual el resultado no fue el que esperaba lo que le generó tristeza y dolor, aunque eso lo supo convertir en motivación.
“La primera vez que fui a un Nacional fue en 2014, tenía 10 años y perdí, entonces me sentí muy triste porque me había esforzado por dar mi peso que en ese entonces eran 30 kilos, mi hermano en ese entonces luchaba, ganó un bronce ese año y yo pensaba quedar en medallero también, eso me hizo sentir muy triste, muy mal, supe que era un dolor que yo no quería pasar, aunque sabía que con entrenamiento y esfuerzo se podía corregir”, explicó.
Las ganas de superarse la llevaron a repetir en el Nacional para el siguiente año en el que se pudo sacar la espina y se colgó así su primera medalla superando así su miedo escénico y demostrando su calidad.
“Eso me obligó a entrenar más fuerte y al siguiente año obtuve medalla de plata en la categoría de 32 kilos de las Olimpiadas Nacionales en Nuevo León, aunque estaba nerviosa porque siempre me ha dado mucho miedo perder, entré a mi primer combate con Chiapas, lo gané y me dio seguridad, al siguiente fue con Guanajuato y lo perdí, el siguiente fue contra Sonora, pero la chica se lesionó y ya no luché y quedé en plata”, narró.
PENSÓ EN UN RETIRO PREMATURO
El primer oro llegó en el 2017 gracias a una gran preparación que tuvo en el Centro Nacional de Alto Rendimiento lo que le permitió tener un mejor manejo de competencia e incluso supo dominar su nerviosismo.
“Mi primer oro fue en 2017, en esa ocasión también me sentía nerviosa, pero en ese año antes de la competencia me mandaron a entrenar al Centro Nacional de Alto Rendimiento, ahí me concentré un tiempo y el estar ahí con los entrenamientos y la comodidad que había me hizo tener una buena preparación, entonces me sentía más segura, llegué a la final contra Tamaulipas y gané, me sentí feliz porque era mi primer oro después de trabajar tantos años”, recordó.
Sin embargo, como todo ciclo de los deportistas, no pudo mantenerse en lo más alto del podio por el tiempo que ella hubiera querido y eso la hizo enfrentarse a un golpe que la llevó a pensar en un retiro prematuro.
“Al siguiente año también tuve otro oro nacional, después tuve una mala racha y me bajé hasta bronce, luego de muchos años no había ganado un bronce y de repente me hizo sentir muy mal, yo pensé mucho tiempo en dejar la lucha, sentía que no era algo que disfrutara, pero hablaron conmigo mis papás, me dijeron que era algo que me gustaba, así que le siguiera”, dijo.
CAMPEONA NACIONAL Y SUBCAMPEONA PANAMERICANA
Mientras trataba de recuperar el hambre de triunfo y mantenerse en la lucha, la pandemia significó otro momento complicado para ella, pues cambió todo su sistema de entrenamiento por varios meses.
“Después vino la pandemia y los entrenamientos en casa eran un tanto difíciles por el espacio, porque no estaba mi entrenador allí, no me sentía cómoda entrenando así, hasta que en 2021 nos dijeron que ya se iban a reanudar los entrenamientos entre comillas normal, porque me acuerdo que nos hacían entrenar en parques, al aire libre con cubrebocas”, señaló.
Sin embargo, de la adversidad pudo obtener su mejor forma y para el 2021 encaró el proceso rumbo a los Juegos Nacionales Conade sin la preparación adecuada, avanzando hasta la final en la que se convirtió en campeona nacional.
“No tuve tiempo de foguearme en ninguna competencia y llegué directamente a regional que es clasificatorito para Nacional, gané mi lugar en los Juegos Nacionales que fue mi primer año en juvenil, entonces yo me sentía súper nerviosa, pero llegó mi entrenador cubano que se llama Alexander Boza y como él me entrenó desde chiquita, el tenerlo ahí era como motivación porque siempre ha creído mucho en mí, fui ganando hasta que llegué a semis, antes de entrar al combate estaba llorando de los nervios porque sabía que era una chica dura, me temblaban las piernas, mi entrenador me trataba de calmar, entré, el combate estuvo duro, pero lo gané, me dio seguridad para la final y lo mismo, estaba muy nerviosa y sentía que no me podía mover, pero la final la gané bien y abracé a mi entrenador, me puse a llorar de felicidad y ya no de nervios”, confesó.
Aunque ha batallado para controlar sus emociones, ya se ha posicionado como una de las mejores luchadoras del país y del continente, pues hace unos meses pudo colgarse el metal plateado en el campeonato juvenil panamericano que se llevó a cabo en Morelos.
“Desde que regresé de la pandemia no he podido controlar mis nervios de nuevo, y me volvió a pasar en el Campeonato Panamericano, sobre todo por saber que es más exigencia, eso me puso mal. Mi primer combate me fue mal y perdí contra Perú, no me sentía bien y la siguiente lucha fue contra Estado Unidos y con Canadá, fue mi entrenador a verme hasta Oaxtepec, ahí estuvo conmigo, tenerlo ahí me hacía sentir un poquito más segura. Perdí con Perú en toque de espalda, a Estados Unidos le gané por toque de espalda y lo mismo con Canadá, con eso quedé en plata”, destacó.
Si bien se trata de un resultado trascendental, no la dejó conforme porque se sabe capaz de poder aspirar a lo más alto, por lo que ahora apunta a participar en el Campeonato Mundial de Bulgaria, aunque necesita apoyo económico.
“No estoy conforme con el resultado porque sé que pude haber cambiado el color de la medalla, pero estoy feliz porque me abre camino a otras competencias. Quiero ir al Mundial que se va a celebrar este mes en Bulgaria, con eso cerrar mi año y empezar de nuevo, buscar ser parte de selección nacional y ser parte de los Juegos Panamericanos, aunque también depende del apoyo económico que pueda recibir porque necesito dinero para mí traslado”, expuso.
JUEGOS OLÍMPICOS, EL SUEÑO
Margot Avelino es una de las promesas del deporte poblano, y si sus cualidades son grandes sus aspiraciones lo son más, por eso, a pesar de su corta edad, ya se visualiza en unos Juegos Olímpicos, aunque también desarrollándose en un ámbito laboral también apegado al deporte.
“Estoy estudiando Cultura Física en la BUAP, apenas pasé a tercer semestre, porque quiero ser entrenadora, me gustaría transmitir mis conocimientos a muchos niños, porque es un deporte que casi no es conocido. Me gustaría ir a unos Juegos Olímpicos, me hubiera gustado mucho para París que son los que vienen, pero no sé si me alcance el tiempo para la clasificación, porque son dos años, es muy poco tiempo”, finalizó.