Guillermo Pacheco Pulido
Desde el FIAT LUX (hágase la luz), la palabra se convierte por naturaleza en el ser humano mismo, y es el hombre el que tiene y usa la palabra para construir su destino y para participar en el compromiso que tiene para cimentar el futuro de la propia humanidad.
En este aspecto llama la atención los mensajes que emiten a través de su discurso las personas que reciben el Premio Nobel, porque en dichos mensajes va implícita la realidad de su pensamiento.
Entre otros muchos, me llamó la atención Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, conocido con el nombre de Pablo Neruda, nacido en Santiago de Chile, quien está considerado como uno de los más grandes poetas en el mundo. Fue un hombre comprometido con su palabra hecha idea y poema.
Pablo Neruda fue un hombre polifacético, escritor, político, poeta, embajador y el que entregó su palabra a favor del ser humano, de su dignidad, de su libertad y por la vigencia del imperio de la justicia.
Muchísimo se puede decir de la vida de Pablo Neruda. Recomendamos la lectura de la biografía de este gran hombre que es un ejemplo de humanismo, ejemplo por encima de creencias políticas, de ideologías; es un hombre de resultados que pertenece a todos los tiempos.
Yo creo que muchos recordamos su segunda obra literaria (1924) que lo colocó como inmortal de la poesía porque atravesó todo tiempo; él usó la palabra cuando escribió el libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, señalaba ahí: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”, “amo tus pies porque anduvieron sobre la tierra, sobre el viento y sobre el agua hasta que me encontraron…”, creaba frases como “Hay un cierto placer en la locura que sólo el loco conoce…”.
“Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo y no convertir en realidad tus sueños”.
Como decíamos, la dimensión humana de Pablo Neruda la encontramos además en su discurso de recepción del Premio Nobel de literatura (1971) y de él transcribimos con temeridad algunos párrafos: (no hay espacio para poner todo el discurso).
“Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de mi poema, y no dejaré impreso a su vez, ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría…”.
“El poeta no es un pequeño Dios, No, no es un pequeño Dios… “.
“En aquella larga jornada (que señala al principio de su discurso), encontré las dosis necesarias a la formación del poema, allí me fueron dadas las aportaciones de la Tierra y el alma, y pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en la que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza, y pienso no con menos fe que todo está sostenido, el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesía, en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde”.
“Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes, llegamos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos”.
“Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida tormenta pueden hacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos…. si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir o escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales”.
“Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza, pero no hay lucha ni esperanza solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia”.
“Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre la confianza en el hombre, no perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez la llegada hasta aquí con mi poesía y también con mi bandera”.
“En conclusión debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia, conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
“Así la poesía no habrá cantado en vano”.
Hablé hoy de Pablo Neruda porque no fue un hombre que vivió en vano, sirvió a su patria. La historia del mundo, dijo el escocés Tomás Carlyle, “no es más que la biografía de los grandes hombres”. Pablo Neruda es un gran ejemplo.