Por: Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Es relativo
La incógnita que generan estos tiempos sobre el destino del ser humano, inquietan a políticos, hacen estudiar a los sociólogos, preocupan a los gobiernos y también hacen recapacitar al ser humano.
Fue una plática que comenzó porque se dijo que en el mundo vamos como mujeres y hombres hacia el caos conforme a la época que se está desarrollando.
Será que el hombre es un experimento que aún no ha alcanzado en constituirse, o el hombre sigue siendo el lobo del hombre creado por su propio ocaso.
Por otro lado, la tecnología a pesar de sus avances, no deja de ser un grave peligro, entre ello, la denominada inteligencia artificial que está convirtiendo al ser humano en obsoleto e inútil, pues las decisiones para la vivencia y supervivencia serán tomadas por dicha inteligencia artificial que está logrando rebasar, si no es que ya rebasó al hombre mismo y por lógica marcará los rumbos de la libertad.
Rüdiger Safranski nos explica en su libro EL MAL O EL DRAMA DE LA LIBERTAD que “no hace falta recurrir al diablo para entender el mal. El mal pertenece al drama de la libertad humana. Es el precio de la libertad. El hombre no se reduce al nivel de la naturaleza, es el animal no fijado, usando una expresión de Nietzsche”.
Surge la pregunta si el hombre es bueno o malo, y qué se entiende por naturaleza humana. Preguntas al estilo socrático, es decir se darán miles de respuestas, entre ellas, que lo bueno es aquello que está a favor de la naturaleza del hombre, y lo malo es lo que está en contra. Por eso cuando se está atacando la naturaleza humana por el mismo hombre podemos llegar a la oscuridad de los tiempos: homicidios, infanticidios, incendios, entre otros aspectos, crearán el irremediable caos y destrucción del hombre.
En fin, ¿el hombre va, o es llevado por buen camino? Creemos que no, pues al hombre lo están o se está alejando de los valores, y se ven nubes destructivas de las instituciones privadas de la sociedad, situación a los que se les llama coloquialmente “cambios”. Se pierde estabilidad y equilibrio social, se pierde el respeto a la dignidad, a la justicia y al esfuerzo.
Debemos observar que hay parte de la sociedad que se aleja de nuestra historia, de las costumbres, de la moral y la ética, de la religión, de los valores que son esencia de nuestra nacionalidad, y adoptan costumbres extrañas y ajenas a nuestra estructura sociológica, ello por motivo de la transculturación, es decir de la imitación cultural de otros lugares. Viven otros tiempos, tal vez, sus propios tiempos.
Se estará perdiendo el sentido de la libertad en busca solo de la felicidad, esto es un alto riesgo, porque se puede caer en el caos.
Se preguntó: ¿será que el ser humano está involucrado, que no sabe elegir aún, que no conoce su misión, que su actitud la entiende en favor a la violencia, la destrucción y violando el contenido de la ética, la moral y la ley?
¿Cuál es pues, la naturaleza del hombre que rige su presente y su fin? Habrá teorías que busquen deshumanizarlo, lo conduzcan a la enajenación, y sea un ser solo con espíritu consumista y pierda el sentido de toda esperanza; se ejercen en su contra actitudes o filosofías que no le permitan realizarse y tener fe en sí mismo, y convicción en lo que cree, piensa, busca y quiere.
El hombre tiene un grave reto, lo está minimizando la economía, lo está depreciando, lo está superando la técnica y la ciencia de hoy, tal vez el hombre se convierta en una referencia histórica o en un simple número de estadística al disolverse el fin de su naturaleza.
Se atraviesan épocas en que, como señala Oscar Wilde, cualquier hombre puede hacer historia, pero solo los grandes hombres podrán escribirla.
El reto es mayor para el hombre porque se vive en una sociedad de miedo, de violencia, de delincuencia, no hemos vencido al hambre y la pobreza, a la injusticia económica, a la miseria, a la pobreza en todas sus expresiones y eso nos aleja del mundo equilibrado de la competencia.
El ser humano realmente debe conducirse a obtener su felicidad, no sujetándolo a ideologías, ni a metodologías, se le debe integrar con sus intereses y derechos individuales a una sociedad de esa propia dimensión sociológica, intereses de los que nos hablan los economistas Jeremías Bentham y John Stuart Mill cuando señalan con sus principios que el mayor bienestar es para el mayor número de gente y que por encima de nuestro propio cuerpo debe ser nuestra responsabilidad el individuo.
Quede claro entonces, que debe buscarse el bienestar del ser humano sin perjuicio de su dignidad, sus garantías y derechos.
No podemos olvidar que hemos vivido y seguiremos viviendo etapas económicas que parece o son el destino incambiable de la humanidad.
Nos queda la vida espiritual que nos hace recordar a Nelson Mandela que decía: “solo recordemos que si el hombre le habla a una mujer en el idioma que ella entiende, sus palabras irán a su cabeza, y si se le habla en su propio lenguaje, las palabras irán a su corazón”.
Ahora nadie tiene tiempo para nadie, ni para sí mismo.
Por encima de la economía solo quedan los hogares donde se construye la realidad histórica y al hombre al servicio del hombre.