René Valencia / Javier Garzón / Antonio Zamora
Por irregularidades que equivalen a desfalco al erario, se iniciaron procedimientos penales contra los responsables de del diseño y la operación del sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), indicó ayer el gobernador Miguel Barbosa Huerta.
Funcionarios de las gestiones de Rafael Moreno Valle Rosas y Antonio Gali Fayad están implicados en irregularidades que afectan las finanzas del estado.
Este sistema de transporte implica pagar 234 mil millones de pesos en beneficio de empresas, durante 28 años que dura aún la concesión, indicó el director general del Sistema Estatal de Carreteras de Cuota Puebla (CCP),
Rodolfo Chávez Escudero, al indicar que se trata de un modelo de negocio incosteable, creado con dolo y sobreprecios.
Desde 2017 hasta junio pasado, CCP ha pagado 81.4 millones de pesos por mantenimiento, vigilancia y atención de usuarios de las tres líneas de la RUTA.
En 2017, por ochos contratos fueron pagados 18.2 millones, el siguiente año 35.8 millones por 12 contratos, para 2019 fueron cinco contratos por 17 millones y en el primer semestre de este año fueron dos contratos por 10.5 millones.
Esos costos se suman a los de las concesiones comprometidas desde el inicio de las operaciones de este servicio inmanejable para el erario estatal.
Desoyen 9 de cada 10 quejas
Sólo una de cada diez quejas contra la RUTA han sido atendidas, de acuerdo con los números del Centro de Integración Ciudadana (CIC).
El CIC es una agrupación ciudadana que en sus redes sociales y en su sitio digital recibe denuncias de habitantes de municipios de la zona Metropolitana de Puebla, para orientarlos con la autoridad correspondiente. Después le da seguimiento, sobre si lo resolvieron o en qué etapa se encontró del proceso.
Su monitoreo indica que desde enero y hasta el miércoles pasado se recibieron 54 quejas por mal servicio o unidades dañadas y quedó desatendido 92.8 por ciento; es decir, en nueve de cada 10 no hubo respuesta ninguna.
En 19 casos, se trató de anomalías de conductores.
Un martirio trasladarse
Magda Robles tarda 30 minutos más para llegar de su casa a su trabajo, a comparación de hace siete años, cuando en 20 minutos se trasladaba de la Joaquín Colombres a las inmediaciones del Paseo Bravo.
El arranque de la Línea 1 no sólo complicó su rutina para ir a trabajar; le han robaron celulares y la han acosado.
“Es un sufrimiento para mí, desde que pusieron el Metrobús, ¡cómo padezco para llegar al trabajo!
Las unidades se deterioran cada vez más y suelen descomponerse a medio camino.
Tiene que bajarse, junto con decenas de usuarios, y esperar otra unidad.
Elena Juárez
El costo para viajar en la RUTA y sus alimentadoras es menor al del transporte tradicional, aún así, padece al recargar las tarjetas y la falta de unidades.
“A veces (las máquinas) no aceptan billetes o no dan cambio, entonces tienes que pedirle a alguien que sí tenga saldo que te deje pasar y le pagas”.
Maribel Garzón
El tiempo de traslado es rápido a diferencia de los otros transportes públicos, pero la planeación urbana es inexistente: hicieron lo que quisieron y no pensaron en la movilidad de todos.
No se calculó el volumen de personas que necesitamos usar; esperar entre 10 y 15 minutos es mucho en horas punta.
Camina más para tener un lugar
Genaro Castañeda sabe en qué horario tendrá que golpear y empujar a otros para poder viajar en las unidades de la RUTA.
De las 7:00 a las 9:00 horas ya no puede abordar.
Entonces, prefiere caminar –aunque tarde más– a la terminal principal, para buscar las unidades cuando salen y hacer su largo trayecto en asiento.
“Los paraderos se llenan porque quitaron todas las rutas de transporte y nos obligan a varios a tener que tomarlo; cuando tienes prisa es imposible, te tienes que meter al camión a madrazos, a empujones e irte todo apretujado”.