Inaugurado en el siglo XVIII colegio-convento, San Javier tuvo hasta 200 alumnos y, tras la expulsión de los jesuitas, sus creadores y fundadores, fue de todo; fuerte y polvorín casi deshecho a cañonazos franceses hasta hospital y laboratorio de criminalística.
El enorme José Manzo trazó su rehabilitación y fue penitenciaría de arquitectura innovadora cuando Puebla abolía la pena de muerte (1891) antes que el resto del país.
Fotografía: Mediateca INAH