Cada fin de semana la inconsciencia se presenta, ya que sin importar el alto riesgo de contagio de coronavirus, adolescentes y jóvenes llevan a cabo fiestas y torneos de futbol en colonias populares y juntas auxiliares de Puebla capital.
La idea de “a mí no me va a pasar”, querer pertenecer a un grupo y la falta de atención de padres son factores por los que este núcleo de la población decide romper el confinamiento voluntario en la crisis sanitaria.
Protección Civil Municipal desarticuló dos fiestas diarias durante los dos últimos fines de semana. Del listado, una se llevó a cabo en un salón de fiestas, el resto en domicilios y bodegones.
Las reuniones tenían ocupación de 20 a 80 personas, de entre 16 y 25 años de edad, las cuales se encontraban en posesión de bebidas alcohólicas.
DISPERSORES DEL VIRUS
El secretario de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos del municipio de Puebla, Gustavo Ariza Salvatori, aseguró que son los adolescentes y jóvenes quienes propagan el coronavirus por la ciudad, ya que el número de fiestas COVID-19 y torneos de futbol incrementaron en las últimas semanas en la capital.
“No se dan cuenta de la magnitud del daño que están generando a su familiares, a sus seres queridos, porque simplemente no les pasa nada, los adolescentes y jóvenes difícilmente presentan síntomas, la mayoría de ellos son asintomáticos y van esparciendo el virus”, sentenció.
Recalcó que cuando se les pide que se retiren del lugar de las reuniones, se muestran groseros e irritables, como si no comprendieran el peligro de formar parte de las aglomeraciones.
“Las famosas fiestas COVID dentro de bodegas, jardines, tomando alcohol; hemos encontrado menores de edad. Pensamos que el virus se propaga de manera rápida por estos actos de los jóvenes que no tienen conciencia”, señaló.
INVENCIBILIDAD
El psicológico José María Velázquez Giles explicó que la frase “a mí no me va a pasar” es muy común en el lenguaje de los adolescentes, puesto tienen la sensación de invencibilidad, que les hace cometer acciones que una persona consciente no haría.
Refirió que son varios los factores que se suman a este comportamiento irresponsable, como la poca disciplina de los padres, quienes temen que sus hijos se enojen con ellos si les niegan un permiso, lo que da pauta a que los adolescentes tengan libertad absoluta para ir a este tipo de reuniones, porque no existe consecuencia de sus actos y no hay límites.
Recalcó que si los padres tuvieran claros los límites con sus hijos, tendrían un sentido de conciencia, para entender que al salir pueden contraer el virus e infectar a toda la familia.
Asimismo, está la necesidad de pertenencia que tienen los adolescentes, encajar dentro de la sociedad, sin importar si tienen o no miedo de infectarse, con tal de ser parte del grupo de amigos o de impresionar a alguien, por ello acuden a las fiestas COVID-19.
Desafortunadamente –consideró– estos adolescentes no dejarán de asistir a estas reuniones hasta que alguien de su grupo cercano contraiga el virus o muera, ya que en muchos casos sólo un “golpe de la realidad” es el único antídoto para corregir estas situaciones.