Dulce Liz Moreno
La vida del mariachi profesional incluye aprendizaje, práctica, donaire, vocación por la industria del entretenimiento, pulido de voz y voltear el reloj para estar pilas toda la noche y madrugada de los días atareados, dice Álvaro Paulino Jr.
Pero se requiere mucho más: medios de contacto para ser hallados, agenda de logística de llegada a los sitios de trabajo, transporte y sus ingredientes de mantenimiento, piezas, estacionamiento y gas.
Espacios para ensayo, mentoría de profesores especializados, compra de repertorio, equipo para estudio.
Y el atuendo requiere confección, tintorería, arreglo, mantenimiento y renovación.
Ella hizo el “mucho más”. No ensayaba cuatro horas diarias, pero sí estuvo disponible 24/7 desde el inicio.
Por eso, Rosa Paulino ayer ocupó la mesa principal del Congreso del Estado, en medio de su esposo y de su hijo, ambos Álvaro, y fue reconocida también por el caminar de 40 años en La Gran Manzana tocando, difundiendo y enseñando la música que cimbra corazones.
“¡Es mi mamá!”, dice con todo orgullo Álvaro Paulino Jr., director actual del Mariachi Tapatío de Álvaro Paulino “El Mejor Mariachi de Nueva York” y el conservatorio del género que ellos sostienen, entrevistado por este diario.
Él, allá, se ha ganado fama de exigente al máximo. Intolera de sus músicos los retardos, las crudas, los coqueteos a las chicas del público y las borracheras.
También rechaza las fallas técnicas, la postura desgarbada, la informalidad.
“En Estados Unidos, tocar en un mariachi significa mucho más que amenizar una fiesta; le acariciamos el corazón a nuestros paisanos y ellos merecen todo nuestro respeto y esfuerzo”.
Ayer, el mix de familia Paulino estuvo junto. Álvaro padre, Rosa y Álvaro hijo recibieron el reconocimiento del Congreso del Estado de Puebla, en sesión especial, porque su fundador, emigrante en 1973, no ha dejado de trabajar, afinar, dirigir, sostener. Ni de soñar.