Dulce Liz Moreno/Luisa Tirzo/Karla Cejudo
“Se acabó la chela”.
Y ese fue el principio de lo que parece la peor pesadilla para la familia Jiménez, que llora no uno sino dos difuntos al hilo en un rincón de Chiconcuautla, y que, en una multiplicación de la angustia, se hacen eco en el duelo colectivo por otros 20 fallecidos casi al mismo tiempo, que les dieron las condolencias con un
abrazo horas antes.
La realidad rebasa cualquier pronóstico: la peor tragedia de la década en el estado llegó en garrafas.
No en trombas desgajando los cerros, como suele ser de inclemente el cielo cuando se ensaña con la Sierra Norte.
Ni en explosiones como de guerra, que en fogonazos destruyen todo, como ocurre durante los accidentes de combustible en los pueblos del petróleo.
Aquí, el horror llegó en envases de refresco, botellas reusadas, bidones. Y en tragos breves, la noche en que se velaba a la hermana de los Jiménez, que el lunes falleció de un infarto.
Así lo relatan los amigos que caminan lento por la carretera hacia el panteón, con los acordes salpicados de chipi-chipi de las nubes robustas del medio día.
Estaban juntos, congelados por la tristeza y la noche haciéndose madrugada. Y buscaron más cerveza para compartir entre dolientes y ya no había.
Apareció el refino, que llega de alguna repisa y que pasa de vaso en vaso, en chorritos sobre el café, y se bebe en sorbos tímidos hasta que comienzan los ruidos de la mañana.
Y todo salió mal.
Mareados, unos. Con malestar del estómago, otros. Una mujer, de plano, sintió que la cabeza le iba a volar en pedazos.
Un desmayo. Otro.
Náusea como de sentir de pronto un hedor insoportable.
Una pareja ya se había ido a casa, cuando le tocó empezar a ver borroso.
Cayeron como moscas, dice una de las mujeres que cargan docenas de gladiolas blancas.
Nunca les había pasado a ellos, nunca. Cuentan.
Así es de inédito el espanto en este recodo serrano.
Pero no es el único lugar.
Anoche, el gobierno estatal refirió que se había contabilizado a 54 intoxicados, 11 graves, y los 42 fallecidos procedentes de Chiconcuautla, Chignahuapan, Xochiltán Todos Santos, Zacatlán, Huaquechula y San Francisco
Totimehuacán, junta auxiliar de Puebla capital.
Esta vez, el refino tenía un veneno peor que pócima de hechicero: arranca del cuerpo la vida en menos horas que un corazón maltrecho o unos pulmones exprimidos por coronavirus, porque no se sabe con exactitud a los cuántos tragos se inflama como bomba el páncreas, se paraliza para siempre el hígado o se revientan como trapo los tubos del sistema digestivo.
El metanol tiene olor y sabor igual; hay que ser prevenidos: expertos
“Metanol” se escribe con “m” de muerte. El otro, el que sí se puede tomar sin daño al cuerpo, es simplemente “etanol”.
Dos expertos advierten: entre el alcohol industrial que causa intoxicación y hasta la muerte y el que puede ingerirse –pero que tiene efectos nocivos en el largo plazo, cuando hay consumo frecuente– la diferencia no se nota en color ni en olor.
Roberto Durán, industrial dedicado al envase de alcohol con 30 años de experiencia en el ramo, asegura que por ello se le añade bítrex, un producto químico, al llamado “alcohol azul”, “para que sepa feo, si lo pruebas, aunque no te haga daño; es un primer paso para que no te lo tomes”, igual que ocurre con el gas doméstico: se le añade mal olor para hacer notar las fugas.
Advierte que los controles de las autoridades sanitarias sobre las empresas envasadoras e industrializadoras son estrictos, justamente para evitar el consumo del alcohol equivocado.
“El metanol se ocupa en la industria: anticongelantes, solventes y muchos productos químicos lo incluyen; no se debe tomar porque tiene alta concentración de metales”.
Se refiere a cobre, cadmio y plomo, que los grandes filtros del cuerpo, hígado y páncreas, no pueden procesar.
Jesús Reynoso, maestro alcoholero “de toda la vida”, como llama a sus 40 años en la industria y el oficio, refiere que en zonas rurales se usan piedras de alumbre para hacer bebidas caseras y diversos químicos que el cuerpo metaboliza. “Pero si se te hace vicio, te pasa lo mismo que con bebidas etiquetadas del mercado: acumulas residuos en el hígado con el tiempo”.
Ambos señalan que “en pueblitos y ranchos” el sabor ahumado lo consiguen los productores con un truco viejo rústico: “queman una reata; así como lo oyes, y se la echan al alcohol”.
Hay refino en funerales tanto como cirios o ataúd
Usos y costumbres de Chiconcuautla, en los funerales nunca falta el refino.
El secretario general del Ayuntamiento, Crispín Alvarado, asegura que es una bebida tradicional y que se comercializa en tienditas o entre familias, hay en todas las casas.
Tras la muerte de una veintena de personas, se realizaron 12 cateos hasta la tarde de ayer.
Alvarado cree, como decenas de familias del pueblo, que el proveedor del refino adulterado es de Zacatlán.
Por otra parte, propietarios de algunos establecimientos en San Francisco Totimehuacán, junta auxiliar de Puebla,
donde se registraron dos fallecimientos atribuidos a ingesta de alcohol adulterado, comentaron que el mezcal a granel es muy consumido.
La bebida es económica y fuerte: medio vaso por cinco pesos, unos 125 mililitros y se combina con refresco.
El cuerpo falla hasta con una sola cucharada
Ceguera, coma, daños neurológicos permanentes y la muerte.
Ese es el efecto del metanol en el cuerpo, de diagnostico difícil de realizar por la similitud de síntomas de una persona que tiene intoxicación etílica “normal”, por excederse de copas.
Eduardo López Villalobos, coordinador de la Clínica Médica de Urgencias de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), explicó que las bebidas alcohólicas adulteradas están compuestas de metanol o etilenglicol.
Ambas son sustancias tan tóxicas que en algunos casos con sólo consumir 10 mililitros, menos de una cuchara sopera, las personas pasan en horas a estado grave. Hay quienes han muerto por consumir 200 mililitros, menos de un vaso estándar, indica el médico entrevistado.