Para los carteros, los últimos tiempos han estado plagados de obstáculos que superar.
El oficio parecía condenado a la extinción ante la proliferación del correo electrónico y el ocaso del romanticismo de enviar una carta, luego llegó el COVID-19 con el confinamiento voluntario, entonces el envío de paquetes repuntó, la distribución de recibos se mantuvo. Pese a todo, ellos, con silbato en mano, se enorgullecen de su labor.
Ni las inclemencias del tiempo, tampoco una pandemia, han podido frenar el amor y la dedicación de cientos de carteros, que día a día salen a cumplir con su deber.
Desde hace 19 años, Gustavo Jiménez Marín recorre las calles de Puebla en bicicleta, entregando cientos de piezas de correo a los capitalinos, algunos amables, otros… no tanto, pero la satisfacción que le da el ser portador de buenas noticias no tiene precio.
Jiménez Marín, de 43 años, relató para Crónica Puebla que su vida como cartero empezó cuando tenía 24 años.
La necesidad como a todos lo llevó a buscar un trabajo, un amigo suyo le ayudó entrar a la oficina de La Ciénega de Carteros de México y desde ahí comenzó su aventura de conocer fachadas, entradas, calles y rincones de Puebla.
“Me quedé como cartero porque después de un tiempo le agarras amor a tu trabajo”, explicó.
Después de 19 años pedaleando, Jiménez Marín conoce las dificultades de su oficio como el clima y transitar la ciudad en bicicleta, al tener que sortear las complicaciones viales, pero pese a ello sale todos los días a cumplir con su deber.
EL CAMBIO
Gustavo Jiménez relató que cuando inició la pandemia de COVID-19, sus compañeros de grupo de riesgo tuvieron que quedarse en casa, amigos y colegas que eran vulnerables tendrían que frenar su bicicleta para no verse cara a cara con el virus.
No obstante, los que se quedaron “al pie de cañón” tuvieron un cambio considerable en sus entregas.
“Uno creería que bajó el trabajo durante la pandemia, pero al contrario, las ventas por internet como Facebook aumentaron y entregamos más paquetes en los que se necesita la firma de la persona que recibe”, explicó.
Jiménez Marín señaló que el sistema postal se va a adaptando durante la crisis sanitaria.
Él y sus compañeros han incorporado el uso de cubrebocas y gel antibacterial en sus sacos, evitando el contacto directo con la gente para evitar contagios.
Don Gustavo no cree que su oficio sea un arte que se vaya a perder pronto, cree que este trabajo que para muchos, continuará por mucho tiempo, pese a los cambios tecnológicos y si esto llegará a suceder, ya se adaptará al cambio.