A mediados de la década de los 90, Puebla protagonizó una verdadera guerra.
La guerra por el agua.
La capital empezó a quedarse sin el vital líquido y entonces tuvo que recurrir a los yacimientos más importantes de la región.
Especialistas descubrieron que en Nealtican, casi al pie de los volcanes, había suficiente y que era la opción más barata y a la mano para construir un acuaférico que la trajera a Puebla… antes de que la escasez derivara en estallido social.
Pero en Nealtican acusaron robo y conformaron un movimiento social y político para defender sus pozos.
En asamblea determinaron realizar marchas y plantones, mismos que terminaron en represión y llevaron a varios líderes a la cárcel, en calidad de presos políticos.
El pueblo de Nealtican fue derrotado por el poder en turno y hoy muy pocos recuerdan que gracias a ese municipio miles de poblanos tienen –tenemos– agua.