Aunque parece actual, la fotografía no lo es. Data del año 2000, cuando la magnitud de la actividad del volcán Popocatépetl nos obligó a usar los primeros cubrebocas como medida de protección ante la abundante caída de ceniza.
Fue el 15 de diciembre cuando hubo que tomar medidas extremas, como un desalojo preventivo de comunidades cercanas al coloso, como Santiago Xalitzintla y San Nicolás de los Ranchos.
Las calles de la ciudad de Puebla amanecieron tapizadas de polvo gris. Los niños fueron a la escuela porque a nadie se le ocurrió pensar en su salud y decretar la suspensión de actividades. Se evacuó a cerca de 41 mil personas, movilizadas por las autoridades de Protección Civil.
Unas 14 mil aceptaron ser transportados a albergues, en donde se quedaron por hasta 10 días. Los otros evacuados se hospedaron con parientes o amigos.
Hoy el uso de cubrebocas es indispensable para enfrentar la pandemia de COVID-19, sobre todo ahora que Puebla se dispone a iniciar una reapertura comercial después de al menos tres meses de obligada parálisis.