Así, el subcomandante Marcos se despedía de los poblanos.
Miles de simpatizantes habían llenado aquella tarde-noche el zócalo capitalino.
Querían saludar a los protagonistas de la “revuelta”.
Aquel “Ejército” que sacudió al sistema y desnudó sus debilidades estructurales.
Diversas etnias del estado enviaron contingentes para sumarse, en una sola voz, al movimiento indígena.
Tras una larga jornada, el líder zapatista dijo “adiós”, subió al camión… y desde entonces se perdió en el túnel del tiempo.
Las causas que dieron origen al levantamiento en 1994 no se han modificado sustancialmente.
Gobiernos van, gobiernos vienen, y todo sigue igual. O peor.