Era 1909 y el gobierno porfirista se alarmaba porque en Puebla surgían los clubes antirreeleccionistas, primero por Bernardo Reyes y, meses después, a favor de Francisco I. Madero.
Porque al leer La sucesión presidencial en 1910, y con el tremendo empuje de Aquiles Serdán, las células, como en todo organismo vivo, se multiplicaban.
En la imagen, con su mejor atuendo, unos cuantos de aquellos grupos honran al héroe revolucionario.