Y todos lo sabían: los trajeados –funcionarios del gobierno municipal y de la BUAP–; los uniformados, en recesos y salidas de clases; voceadores y repartidores de periódico, policías de toda clase.
En horas punta, iban o mandaban por almuerzo-comida locatarios, dependientes, oficinistas y todos quienes trabajan en las manzanas centrales de la Angelópolis.
Ahí, en la intersección del pasaje del ayuntamiento y la 2 Oriente, de las canastas de Doña Joaquina salían hasta 20 guisados diferentes.
¿Qué tal el taco de mollejas con aguacate y rajitas?
¿Los de milanesa de pollo?
¿De papas con pechuga?
Pata capeada, chipotle “navideño” y las guarniciones más sabrosas del centro.
Empezó de madrugada en la Central de Abasto, por necesidad pura.
Para 1968, vio que podía hacer un “segundo turno” en el pasaje. Con 11 hijos y 27 años de edad, se lanzó con botes, chiquihuite y canastas.
En 2017 sus hijas le entraron al quite por completo.
Ella se quedó en casa, a preparar desde las tres de la mañana los guisados. Abrió un local en la 3 Oriente.
Ayer, todo mundo se quedó sin su taco de guisado.
Marisela llegó sin canastas. Pegó una foto, un aviso de rosarios y dejó un arreglo de flores en forma de cruz.
Doña María Joaquina Armenta Urbano falleció.
Había cumplido 82 años.
El centro está incompleto.