Mario Galeana
Fotos: Colectivo Tomate
Los muros de los barrios fundacionales de Puebla hablan. Y el rumor de voces cuenta la historia de las familias que lo habitan. Relatos que viajan a través del trazo de pintura; memorias convertidas en murales.
A través del Festival Ciudad Mural Puebla, un proyecto que duró cuatro meses, un grupo de 26 artistas intervino las calles de los Barrios de Analco y El Alto para trazar la historia de 32 familias poblanas.
El proyecto intenta reconstruir el tejido social y generar la confianza colectiva entre la comunidad de estos barrios, mediante el arte, la participación social, la música y las costumbres y tradiciones.
En ambos barrios se llevaron a cabo talleres comunitarios y artísticos sobre comunicación violenta, en los que participaron siete artistas locales y nacionales que colaboraron con 337 pobladores de Analco y El Alto.
“En estos murales se han plasmado las historias, las tradiciones y la identidad de las personas y familias de los barrios”, señaló Guillermo Milano, director ejecutivo de Colectivo Tomate, la organización civil que impulsa el festival.
“El arte y la cultura son herramientas que nos permiten generar una comunidad en armonía con el entorno; se trata de crear, pero dicha creación también nos concientiza respecto al lugar donde vivimos, lo que nos hace experimentar el arte como parte de nuestro día a día”, consideró Fabian Valdivia, titular del IMACP.
El proyecto arrancó el 25 de julio y finalizó el pasado 30 de noviembre. Además de los talleres artísticos, en el festival también se contempló la presentación de 76 músicos locales y nacionales, como Audry Funk, Los Pegajosos, Orquesta Basura, Sonido Menear, Jóvenes Zapateadores, Cantares, Rojo Córdova y José Manuel Torreblanca.
La primera intervención de Ciudad Mural en Puebla se realizó hace más de una década en el barrio de Xanenetla.
Un grupo de artistas agrupados en el Colectivo Tomate se propuso contar la historia de algunos de los habitantes del barrio a través de los murales, y aunque sólo pretendía retratar 15 historias, el proyecto se alargó por siete años y en total se pintaron 80 murales.
Ahora, con la elaboración de este nuevo festival, más barrios fundacionales han convertido sus muros en libros abiertos, donde lo mismo se observan seres mitológicos que flores y aves, familias enteras, seres que observan el paso de los transeúntes, perros románticos que aúllan a la luna, corazones y ancianos que se convierten en árboles.