Fotos: Agencia Enfoque
Las restricciones para evitar contagio de COVID-19 dejaron casi desiertos los sitios angelopolitanos para sepulturas, cada uno construido y habilitado, en su momento, por otras pandemias y epidemias.
De hecho, el nombre cambió de panteón a cementerio cuando el exceso de difuntos desbordó los atrios de conventos y templos, hizo de ellos focos infecciosos y hubo que fundar sitios especiales, civiles.