En la historia de México y de Puebla, la venta y el consumo de alcohol casero no es ninguna novedad. Ha sido remedio y bebida embriagante para quienes no pueden pagar licores de marca; comercializado y consumido en tienditas que con un trapo o sábana dividen el local. El problema es el uso de metanol.
De esa forma explica el arqueólogo Eduardo Merlo Juárez la costumbre que llevó a una veintena de dolientes en un funeral a consumir refino hecho con alcohol industrial y morir horas después. Asegura que siempre hay gente sin escrúpulos que prepara y comercializa licor mixtificado.
Investigador, cronista y catedrático, Merlo señala que el problema comienza al usar metanol en vez de alcohol puro de caña, por ignorancia y pobreza, porque el alcohol industrial es mucho más barato.
Lamenta la muerte de, hasta ayer, 53 personas en distintas regiones del estado y considera que se trató de una total ignorancia de alguien que elaboró una bebida a base de metanol y no con alcohol puro.
Explica que a la mitad del siglo XIX comenzaron a comercializarse licores de preparación autorizada, “de marca”, y desde entonces no eran accesibles para todos. Tres siglos antes, los españoles trajeron el proceso de destilación.
Con la llegada del proceso del azúcar comenzó a producirse alcohol que, mezclado con hierbas o frutas, se convirtió en bebida embriagante. En Puebla, muchas comunidades elaboran y consumen licores dulces como el “Yolixpa” o “14 tortillas” o el “Tejocote” en la Sierra Norte; en tanto que en la Mixteca se produce alcoholes más fuertes y secos, como el mezcal.
Famosas son la “Pasita” o el “Limón con limón” que se vendían en cantinas y tendajones poblanos a precios populares.
En boticas se hacían mezclas con alcohol de caña que servían de remedios y que luego la gente consumía por placer.
El problema no es que la bebida se haga en casa; lo grave ha sido preparar bebidas con metanol, del que bastan unos tragos para causar una muerte rápida y dolorosa.