Mariana Flores / Karla Cejudo
“Aceptar y contar que tienes VIH es como salir del clóset por segunda vez. La gente no está preparada, aún hay muchos prejuicios y desinformación”, narró Óscar, para Crónica Puebla.
El joven de 23 años, de quien guardaremos su identidad, explicó en entrevista que lo más difícil de padecer el Virus de Inmunodeficiencia Humana, son los prejuicios de las personas que aún piensan que “el virus puede inyectarse en naranjas que se venden en las cadenas comerciales”.
Juan fue notificado en abril de 2018 sobre sus resultados positivos a VIH. Fue hasta diciembre, luego de aceptar el diagnóstico, que comenzó con el tratamiento y un año después por fin se lo contó a sus familiares.
—¿Cómo supiste que eras positivo a VIH?
—Tengo un amigo que tiene sida, él me platicó sobre sus síntomas y ahí comencé a sospechar.
A mí me diagnosticaron dengue en marzo de 2018, pero me compliqué demasiado y fue cuando consideré necesario hacerme los estudios, aunque ya me los había hecho meses antes y salieron negativos.
Me los hice en un laboratorio particular por miedo a la protección de mis datos en el sistema público. Me costaron poco menos de 600 pesos.
Cuando vi el sobre, enorme, sólo lo abrí y leí el resultado: reactivo. Entonces lloré y berrié frente a todos los del laboratorio… no podía ni quería creerlo.
Y así, incrédulo y viviendo en la negación, me la pasé varios meses. Sin decirle a nadie.
—Si pudieras elegir un concepto para lo primero que llegó a tu mente al enterarte, ¿cuál sería?
—¡Muchos! Pero primero: miedo; luego: muerte; y también: familia.
Tengo que aceptar que estaba muy desinformado y pensaba que me iba a morir de inmediato, mis sueños de envejecer con una pareja e hijos y de ser exitoso en la vida se fueron al caño.
Pero después me daba más miedo por lo que pasaría con mi familia. ¿Cómo se los iba a decir? ¿Qué iban a pensar de mí? Tenemos muy arraigado el tema del Sida con la promiscuidad.
—¿Cómo y cuándo lo contaste a tu familia?
—Mi mamá y yo somos iguales, yo sabía cómo iba a reaccionar ante la noticia. No le dije hasta un año después, cuando se me hizo egoísta no contarle algo tan importante.
Fue un día en el que solamente estábamos ella y yo, era una tarde agradable. Se dio la oportunidad de comenzar a platicar muchas cosas y poco a poco se lo comencé a soltar. Me sentí muy sorprendido por cómo lo tomó: ella se mostró muy serena y me abrazó. Lloramos y me dijo que lo trataríamos, que no tenía por qué afrontarlo solo.
Fue un peso que ya no tuve que cargar.
Mis hermanas lo supieron días después, pero a mí papá no se lo he podido decir. Sabe que estoy enfermo, pero no sabe de qué; no es la misma comunicación que con mi mamá.
—¿Has sufrido por algún rechazo?
—De los amigos y familiares que lo saben no he recibido rechazos. Sí pasa que no se los digo a todos, porque es algo muy delicado y personal.
Yo creo que lo más complicado son los prejuicios, me estaba haciendo mil ideas en la cabeza, pero una vez que lo aceptas sólo queda ir para adelante. Los rechazos tú solo te los imaginas, porque comienzas a rechazarte a ti mismo.
—¿Cómo sobrellevas el tema con tu pareja o parejas?
—Hasta ahora sólo le he confiado el tema a una persona y siento que no cambió en nada, porque no era una persona cerrada.
Sí es difícil tener la confianza, pero depende de la relación. No todos pueden aceptar una situación así y menos si no se trata de algo formal.
—¿Con qué lección te quedas de todo?
—¡Uff! ¡Muchas! Pero yo creo que primero es la desinformación: es muy importante que aprendamos que no se puede contagiar tan fácil, que puedes vivir una vida normal estando enfermo y viviendo con un enfermo; es como si fuera dos rayitas más débil que los demás ante alguna enfermedad, pero afortunadamente hay tratamientos que pueden hacerte vivir una vida prolongada.
Creo que fue como salir del clóset por segunda vez y, al igual que la primera, no fue nada fácil.
EL HORIZONTE EN PUEBLA
El Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (Censida) del gobierno federal tiene detectados 383 casos positivos a la enfermedad de enero a marzo de 2020, de ellos 87.7 por ciento son hombres y 12.2 por ciento son mujeres.
En 10 años fueron notificados 6 mil 353 casos en la entidad; de los 383 casos de este año, 336 con hombres y 47 mujeres. La tasa de incidencia es de 5.9 por cada 100 mil habitantes, lo que ubica a Puebla en décimo lugar nacional.
Los datos previos a 2010 están en un reporte que comprende de 1983 a 2009, cuando en la entidad había 7 mil 780 casos de VIH y era sexto lugar nacional. Los tres primeros eran: Ciudad de México con 29 mil 419 casos; Estado de México, 17 mil 757; y Veracruz, 16 mil 866.