Bomberos, policías, rescatistas y voluntarios espontáneos llevaron la peor parte: padecen enfermedades severas, incluso EPOC y cáncer.
También hay oficinistas, empresarios y trabajadores de todo tipo con los padecimientos que el gobierno estadounidense sintetiza en dos palabras: daño colateral.
Son 112 mil 42 personas que se han acogido al denominado WTC Health Program, creado en 2011; hay sobrevivientes de la tragedia (30 mil 582), rescatistas (81 mil 460), bomberos de Nueva York (17 mil 31) y mil 37 entre personal del Pentágono y gente de Pensilvania –donde llegaron dos de los cuatro aviones secuestrados–.
Las fotografías tomadas el 11 de septiembre de 2001 y durante 20 días en la zona de desastre revelan la tolvanera que enfermó a estas personas: polvos tóxicos.
Por respirar el humo de los incendios –que duraron varios días– y las sustancias químicas procedentes de los edificios caídos, las víctimas de enfermedades severas enfrentan males causados por partículas alojadas en diferentes partes del cuerpo.
Prácticamente respiraron veneno.
Hasta junio pasado, habían fallecido 4 mil 627 de estas personas.
Los peores padecimientos son diferentes tipos de cáncer; los padece 17.7% de rescatistas y 30.3% de sobrevivientes.
La mayoría sufre de rinosinusitis crónica: tres de cada 10 rescatistas y uno de cada cinco sobrevivientes.
Al paso de los días, decenas de rescatistas y trabajadores que regresaron a las oficinas cercanas a la zona devastada comenzaron a tener reflujo gastroesofágico y asma. Hay enfermos de desorden respiratorio crónico y enfermedad pulmonar obstructiva crónica..